¿Quieres saber cómo elegir un procesador para tu PC? En este artículo, te enseñaremos las características más importantes que debes tener en cuenta para saber qué procesador elegir según tus necesidades. También te ayudaremos a tomar una decisión entre Intel o AMD, y muchos detalles más. ¡Vamos allá!
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La realidad es que esto depende mucho de la situación en la que se encuentren Intel y AMD, y sobre todo de las justificaciones «racionales» que se pongan para elegir una marca u otra. La realidad en estos momentos es que tanto Intel como AMD están lanzando al mercado productos excepcionales, y se encuentran en una situación de competencia muy severa.
En cambio, en el pasado no fue así. Entre (aproximadamente) 2012 y 2017, no tenía mucho sentido comprar una CPU AMD en la mayoría de casos. Esto se debió al estancamiento de la compañía, que no tenía una arquitectura de CPU sólida, hasta que en 2017 lanzaron los procesadores Ryzen, revolucionando el mercado y forzando a Intel a ponerse las pilas con sus CPU. De hecho, en 2019 ocurrió lo contrario: Intel tenía graves problemas de suministro y AMD no, por lo que la única opción razonable era comprar AMD.
Ahora, la decisión va a tener que venir más bien de qué procesador da un mejor rendimiento para lo que buscas, qué precios tienen las placas base y las propias CPUs (a veces una plataforma AMD puede ser más barata que una Intel, y viceversa), o qué perspectivas de futuro tienes con tu equipo.
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Vamos a ver ahora cuáles son las principales características técnicas de un procesador y en qué debes fijarte (o no) para elegirlo.
La frecuencia de reloj es una de las características a las que más nos referimos cuando queremos medir lo bueno que un procesador, ya que define a qué velocidad trabaja cada uno de sus núcleos. Normalmente, se diferencian dos frecuencias, una «base» (que es a la que trabaja en condiciones normales) y una «turbo», que es un nivel superior al que se llega normalmente en «ráfagas» y no siempre.
¿Es la frecuencia suficiente para medir la velocidad del procesador? Pues no. De hecho, la frecuencia no es comparable entre distintas arquitecturas de CPU. Es decir, podemos compararla en procesadores de la misma generación (por ejemplo, un AMD Ryzen 5 5600X frente un 5800X), aunque siempre teniendo en cuenta el número de núcleos o la memoria caché. Pero no podemos compararla si las CPU son de distinta generación (un Ryzen 5 2600X frente un 5600X) o de distinta arquitectura (Ryzen vs Intel Core).
¿Por qué no es comparable? Pues porque la frecuencia define cuántos ciclos de reloj hay en cada segundo, pero eso no define la velocidad al ejecutar una aplicación. Por ejemplo, pensemos en dos CPU que van a hacer la misma tarea:
Como vemos, la segunda variable son los ciclos por instrucción (CPI) o instrucciones por ciclo (IPC), que varían según la arquitectura y la tarea que se realice. Así que lo mejor que podemos hacer es tener en cuenta la frecuencia solo para CPU de la misma familia. En todo caso, tanto Intel como AMD tienen frecuencias turbo cercanas a los 5GHz en sus últimas arquitecturas.
Ya hemos abordado lo que es el núcleo de un procesador, pero básicamente consiste en multiplicar varios componentes de la CPU, para así conseguir una ejecución paralela y concurrente que mejore el rendimiento.
Al igual que comentamos en la frecuencia, no siempre una CPU es mejor que otra por tener más núcleos. Todo depende de qué rendimiento tiene cada núcleo, y cómo rinden todos en conjunto. Además, no todas las aplicaciones usan la totalidad de los núcleos de la CPU, de hecho es normal que solo usen uno. Por suerte, el rendimiento de los núcleos es bastante bueno tanto en las últimas generaciones de Intel como de AMD, así que no debemos preocuoparnos en exceso por el IPC.
Sí debemos preocuparnos de analizar si el número de núcleos es suficiente. Para un uso normal, lo recomendable es que la CPU tenga al menos 4 núcleos, y si vamos a jugar, renderizar, etc al menos 6.
También es interesante que tenga varios hilos. Los hilos son básicamente unos núcleos lógicos (no físicos) que pueden mejorar el rendimiento hasta en un 30%. Estamos hablando del Hyperthreading de Intel y el SMT de AMD. Casi todas sus CPUs lo tienen, por suerte.
La memoria caché es una característica del procesador que muchas veces pasamos por alto, pero que tiene mucho que ver con su rendimiento.
Básicamente, la caché guarda aquellos datos procedentes de la RAM a los que el procesador cree que tendrá que acceder de manera muy frecuente. Así, estando en la caché (al lado de los núcleos del procesador) no tendrá que volver a ir a por ellos a la RAM, ganando mucho rendimiento.
Cada vez, los procesadores incluyen más caché, para la cual hay tres niveles distintos (L1, la más rápida y de menos capacidad, y L3, la más lenta y de más capacidad). Por ejemplo, el AMD Ryzen 7 5800X3D trae una caché L3 de nada menos que 96MB, o el Intel Core i9-12900K tiene 14MB de L2, que también es muchísimo para este nivel.
Generalmente, para hablar de consumo lo que se hace es revisar el TDP (Thermal Design Power). Este ronda entre 60 y 130W para casi todas las CPU, y no refleja fielmente el consumo energético del procesador. Tiene más que ver con el diseño de los sistemas de refrigeración, y en realidad puede consumir mucho más.
Nos quedan muchísimos detalles de las especificaciones que influyen en cómo elegir un procesador, pero nos estamos quedando con los más importantes. Así, finalizamos comentando que hay CPU que están desbloqueadas para overclock. Esto significa que podemos aumentar su frecuencia de reloj para mejorar el rendimiento.
En general, que una CPU esté desbloqueada también supone una mejor frecuencia turbo, por ejemplo. En el caso de los procesadores AMD Ryzen, todos vienen desbloqueados (salvo alguna excepción como los Athlon), pero en el caso de Intel solo vienen desbloqueadas las CPU que tienen una letra «K» en sus siglas. Así, el i9-12900 no está desbloqueado, pero sí el i9-12900K o el i9-12900KF, por ejemplo.
Aparte de las especificaciones, a la hora de elegir un procesador podemos aprovechar un enfoque más práctico, no tan centrado en lo técnico sino en el rendimiento real obtenido en distintas aplicaciones. Veamos las opciones.
La primera opción que tenemos para medir el rendimiento son los llamados benchmarks sintéticos. Estos son programas pensados de manera específica para ejecutar siempre la misma tarea, y que podamos comparar los resultados entre distintos procesadores para comprobar su rendimiento.
Lo bueno de los benchmarks es que suelen ser bastante rigurosos, y nos ayuda muchísimo a saber cómo elegir un procesador. Por ejemplo, Cinebench realiza un renderizado 3D y con todos los núcleos el procesador y con uno, y nos permite hacer comparativas de rendimiento mononúcleo y multinúcleo.
Para encontrar datos de benchmark sintéticos, lo mejor que puedes hacer es consultar una review de CPU. Nosotros analizamos casi todos los procesadores que salen al mercado, por lo que no dudes en buscarlo en nuestra web. Por ejemplo, ahora vamos a ver algunos benchmark sintéticos del AMD Ryzen 7 5800X3D, que es una de las últimas CPU que hemos analizado.
Cinebench, y otros benchmark sintéticos, nos permiten determinar muy bien en qué posición se encuentra la CPU en mononúcleo y en multinúcleo. Por ejemplo, aquí vemos una superioridad de la 12ª generación de Intel Core sobre AMD Ryzen 5000. El problema es que esto no tiene por qué traducirse siempre a las aplicaciones reales, que es lo que vamos a ver ahora.
Además de los benchmarks sintéticos, también podemos aplicar el enfoque de hacer un benchmark en aplicaciones reales, como pueden ser algunos software de edición y renderizado, o sobre todo los juegos. Para esto último, lo recomendable es comparar el rendimiento a la menor resolución posible, aunque vayamos a jugar a más. Por ejemplo, nos interesan los benchmarks en 1080p aunque vayamos a jugar en 1440p o 4K. Esto se debe a que, cuanto más grande sea la resolución, más influye la tarjeta gráfica en el rendimiento, y nosotros estamos analizando cómo elegir el procesador, así que nos interesa comparar con resoluciones inferiores.
Vamos a ver un ejemplo, nuevamente tomando como referencia el AMD Ryzen 7 5800X3D.
Partiendo de los datos obtenidos en juegos, vemos que la influencia del procesador puede llegar a ser de hasta un 70% en los FPS. Es por eso que hemos de elegir bien nuestra CPU. También nos sirve para demostrar que la marca es irrelevante: tenemos a AMD tanto en la primera posición (5800X3D) como en las últimas (3600X), e incluso pasa lo mismo con Intel.
Otro caso real que podemos ver es el de Blender, para renderizado 3D, donde se mide el tiempo en segundos tomado por el procesador para renderizar una figura concreta. Se acerca mucho a un benchmark sintético, pero al menos se hace con un programa usado en entornos de trabajo reales.
Hay que tener en cuenta que según la aplicación se aprovecha solo un núcleo, se aprovechan varios o se aprovechan todos. Conocer esto nos ayuda a estimar mejor el rendimiento mononúcleo y el rendimiento multinúcleo del procesador, pudiendo elegirlo mejor según nuestras necesidades. Por ejemplo, sabemos que Blender aprovecha todos los núcleos (la mejor CPU del gráfico tiene 32), pero en los juegos no tiene por qué ser así.
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Como ves, las especificaciones no son la única clave al analizar cómo elegir un procesador para tu ordenador. Podemos enfocarlo de una manera mucho más práctica, para así elegir aquella CPU que mejor se ajuste a nuestras necesidades de rendimiento. ¿Qué CPUs son tus favoritas? ¿Tienes una preferencia entre Intel o AMD? ¡Cuéntanoslo en los comentarios!