Intel puede afirmar sin miedo que es uno de los padres del procesador moderno y sobre todo con su clásico Intel Pentium. Con una historia que comienza a finales de los años sesenta y sigue hasta la actualidad, el gigante azul ha estado involucrado en muchos de los momentos clave de esta industria.
Sin embargo, no sería hasta mediados de los noventa cuando empezaría a formarse un nombre entre el consumidor general; un suceso que tiene mucho que ver con los procesadores Intel Pentium. Hoy queremos hablar sobre el origen y las características de estos conocidos procesadores.
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Intel Pentium: procesadores con nombre propio
Hasta el lanzamiento del primer Intel Pentium en 1993, los de Mountain View habían usado nomenclatura técnica o abreviaciones para nombrar a la mayoría de sus procesadores. Este hecho había sido aprovechado por las múltiples compañías que fabricaban hardware compatible para “equipararse” a las propuestas de Intel.
Un ejemplo serían la serie Am486 de AMD, o los IBM 80486 DX. Ambos hacen referencia a su compatibilidad con el Intel 80486 original usando el nombre del mismo procesador.
Intel no podía registrar como marca un número, pero si una palabra inventada. De ahí deriva el “Pentium” de la marca, haciendo referencia a su quinta generación de procesadores de la familia x86 y a la palabra griega para el número cinco. Con un nombre propio registrado, identificar a los procesadores de Intel era más sencillo para el consumidor y el marketing derivado de esta situación mucho más fluido.
El Pentium original comenzó su desarrollo dos años después del lanzamiento del Intel 80486 y su presentación estaba programada para principios de los años noventa. Desafortunadamente, la inclusión de algunos de los elementos clave del procesador terminaron retrasando su desarrollo, que fue algo turbulento hasta su lanzamiento, a mediados de 1993.
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El Intel Pentium era el sucesor natural del i486; compartía varias características con su antecesor mientras presentaba mejoras interesantes, cómo la subida a los 64-bits en el bus de datos (respecto a los 32-bits del i486), o la aparición de la arquitectura superscalar; esta última era especialmente significativa, ya que permitía a través de dos pipelines completar varias instrucciones por cada ciclo del reloj. Fue un enorme avance para los procesadores x86.
Debido a estas mejoras, los Intel Pentium funcionaban más rápido que sus antecesores aún a menores frecuencias. Los primeros modelos de estos procesadores se lanzaron al mercado a 60MHz y 66 MHz, aunque aumentarían hasta los 200 MHz en las últimas iteraciones de la generación. Una de las variaciones más populares fue el Intel Pentium MMX, de ese mismo año, por incluir mejoras en el set de instrucciones y la ejecución de estas (a través de la pipeline y el predictor).
Sin embargo, y a pesar de los retrasos, los Intel Pentium no estuvieran exentos de polémica. Una de las más discutidas fueron las mejoras en la unidad de coma flotante, que originaban un bug (FDIV Bug) que modificaba los resultados de algunas operaciones de forma constante y cuestionaban la utilidad del Pentium en operaciones matemáticas complejas; aunque también destacan algunos problemas más llanos, como el aumento en el voltaje y las temperaturas con respecto a modelos pasados. Intel tuvo que luchar contra estos errores a lo largo de los años.
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A pesar de los problemas durante su lanzamiento, la marca Pentium terminó por verse reforzada gracias a la exposición mediática y a los esfuerzos de la compañía de Mountain View por subsanar dichos errores.
El resultado fue la creación del sello Intel Inside de la que aún podemos ver derivados hoy día; este sello, junto a la colaboración constante de Microsoft en la creación de software compatible con sus procesadores, ayudó a Intel a posicionarse entre los consumidores y empresas como una marca comprometida y resolutiva.
Sería también durante estos años cuando la compañía comenzó a desarrollar placas base independientes de los grandes fabricantes para sus procesadores, el objetivo detrás de ello era dejar de depender de grandes marcas para lanzar ordenadores con sus productos.
Debido a su paulatina expansión y creciente protagonismo, al lanzamiento del Intel Pentium original (y su variante MMX) hubo que sumarle nuevas inclusiones, tal como los Intel Celeron en la gama inmediatamente inferior de la compañía, o los Pentium OverDrive, pensados para ser compatibles con los equipos basados en los procesadores Intel 80486. A través de todas estas acciones Intel se posicionó en todos los espectros posibles del mercado, asentando su nombre, y el de Pentium, entre el imaginario colectivo de los consumidores.
Intel Pentium Pro: la base de los futuros Core 2 Duo
Tras la buena recepción de los Pentium originales, Intel comenzaría a desarrollar la arquitectura que acompañaría a la siguiente generación de procesadores x86: la arquitectura P6. Esta sería mucho más trascendente de lo que pudiera pensar la compañía en un principio, llegando incluso a servir de base para los Core 2 Duo casi diez años después de su desarrollo.
La primera encarnación física de esta arquitectura fue el Pentium Pro, lanzado a finales de 1995. La intención inicial detrás del Pentium Pro era sustituir al modelo original en la gama alta de procesadores, esto lo acabaría haciendo la variante MMX del Pentium original, relegando al Pentium Pro al sector científico y de investigación. Ahí encontró su espacio como el procesador principal de superordenadores como el ASCI Red, en su variante de dos núcleos.
La arquitectura P6 se desarrolló para ser lo más eficiente posible a la hora de ejecutar conjuntos de instrucciones concretas. Lo conseguía a través de la translación de instrucciones en micro operaciones paralelizables y su predictor. La arquitectura P6 contaba con un IPC excelente y un nivel bajo de consumo; serviría de base para los posteriores Pentium II y III, antes de la salida de NetBurst en Pentium 4 y de los enormes cambios que ello supuso.
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Desde 1993 hasta 1999 Intel continuó produciendo procesadores Pentium en alguna de sus versiones originales. Otorgar a sus procesadores de nombre propio fue una maniobra exelente; dio la fuerza necesaria a los productos del gigante azul para comenzar a diferenciarse de forma eficiente de su competencia y ver los procesadores de la compañía como una entidad unida a la propia Intel.
Tanto es el poder de este nombre, que la compañía no ha querido deshacerse de él a lo largo de los años y aún hoy sigue lanzando procesadores bajo la marca Pentium, esta vez, eso sí, sin el privilegio de ser lo mejor que tiene que ofrecer la empresa norteamericana.