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¿Cuáles son los mitos informáticos más extendidos sobre hardware y software?

Los mitos informáticos nos impiden tomar buenas decisiones al comprar nuestro ordenador, hacerle mantenimiento o usarlo en el día a día. Es imprescindible que entendamos cuándo creemos algo que no es cierto y corregirlo. Por eso, en este artículo daremos un repaso a 6 de los mitos más extendidos en el mundo del hardware y el software.

¿Qué son los mitos informáticos?

Los mitos informáticos son afirmaciones o creencias muy extendidas por parte de la comunidad, incluso por personas con un conocimiento técnico aparentemente avanzado. Y es que la tecnología avanza muy deprisa, y si no vamos a su mismo ritmo nos podemos quedar con ideas del pasado.

Por ejemplo, ¿recuerdas el típico «hay que cargar la batería del móvil al 100% y dejar que se descargue»? Esto se decía hace años por el efecto memoria de las baterías de níquel que se usaban en los móviles, cuando ahora todas son de litio, sin dicho problema. De hecho se recomienda hacer cargas más irregulares para gastar menos ciclos.

Así que este artículo es especialmente interesante: no vamos a tocar muchos mitos, porque dan para un libro entero, pero vamos a intentar explicar unos cuantos lo mejor posible.

Los principales mitos informáticos de hardware

Partiremos de los mitos informáticos relacionados con el hardware y la elección de componentes para PC, nuestra especialidad. Nuevamente ya adelantamos que nos faltarán muchos por decir, y por ello te invitamos a dejar tus comentarios al terminar la lectura 😉

«Intel Core i7 es mejor que i5» o comparativas similares

Comenzamos por uno de los mitos más típicos, y también de los más sencillos de explicar. Nos referimos a cualquier comparativa directa de familias de procesadores, sin tener en cuenta de qué procesador en específico hablamos.

Así, decir de manera genérica que «Intel Core i7 es mejor que Intel Core i5» o «AMD Ryzen 9 es mejor que AMD Ryzen 7», o cualquier comparación similar, es algo que parece lógico porque la nomenclatura así lo indica, pero no tiene por qué ser así siempre.

Un ejemplo «algo aleatorio» de un i5 vs un i9, sin contextualizar generación ni modelo concreto…

El motivo es que, además de la gama del procesador (i3, i5, i7, i9…) debemos analizar de qué generación forma parte, y eso nos complica mucho las cosas. Por ejemplo, en gaming un Intel Core i5-12600K (de 12ª generación) da mucho más rendimiento que un Intel Core i9-10900K (de 10ª generación).

Realmente, más que analizar solo la generación, todo dependerá de cada CPU en específico, y aquí podemos pasarnos horas dando ejemplos. Por ello, te recomendamos que analices la nomenclatura concreta de los dos procesadores que compares, revisa sus características y, sobre todo, consulta benchmarks y pruebas de rendimiento que nos den los números reales.

Calcular el cuello de botella de la CPU

El cuello de botella en CPU y GPU es uno de los grandes enemigos de los gamers. Normalmente, se refiere a un efecto por el cual no somos capaces de aprovechar al 100% nuestra tarjeta gráfica (y no obtenemos los máximos FPS posibles) por culpa de que el procesador no rinde lo suficiente.

Así, nadie quiere comprar un PC descompensado en el que no se aproveche bien el rendimiento, y por ello mucha gente recurre a calculadoras de cuello de botella que, lamentablemente, no suelen dar un resultado fiable.

Antes de nada, hay que tener en cuenta que el cuello de botella depende de más factores, como por ejemplo a qué jugamos y cómo está optimizado el juego. Si jugamos a CS2, por ejemplo, el procesador tendrá una gran influencia, pero más que nada porque no es un juego muy exigente gráficamente (e incluso la gente suele jugarlo en bajo para maximizar FPS).

En cambio, si apostamos por algunos títulos nuevos como Alan Wake 2, nos interesará elegir un procesador decente pero sobre todo una buena tarjeta gráfica, y si hacemos caso a estas calculadoras seguramente busquemos un mayor equilibrio y será un desperdicio.

La clave está en informarse con datos reales, y con nuestras guías como los mejores procesadores del mercado mejores tarjetas gráficas del mercado.

Los conceptos de potencia y eficiencia en una fuente de alimentación

Ejemplo de una fuente por dentro. ¡Es mucho más que una carcasa metálica y un ventilador!

Las fuentes de alimentación son un tema que da por sí solo para un artículo sobre mitos a fondo: ya lo cubrimos en su día en los errores a la hora de elegir una fuente de alimentación y por supuesto en nuestra guía de mejores fuentes del mercado, pero podríamos hablar incluso más sobre ello.

Y es que este componente (también llamado PSU) es el verdadero corazón del PC (la CPU sería el cerebro), y a la vez para muchos no es más que una misteriosa carcasa metálica negra en la que invertir dinero significa desperdiciarlo.

Ahora bien, nos vamos a centrar en los mitos relacionados con dos conceptos: el de potencia y el de eficiencia. ¡A ver cómo lo resumo!

La potencia de una fuente (expresada en vatios W) nos indica cuánta energía es capaz de suministrar a nuestro PC como máximo en cada instante. Los componentes del ordenador, combinados, demandan a la PSU una cierta potencia en cada momento, y esta debe ser capaz de suministrarla.

Hasta ahí bien, ¿no? El problema es que un mal entendimiento nos lleva a diversos mitos:

  • Una fuente no tiene por qué consumir su potencia: consume lo que el PC le demanda más una pérdida energética (a eso iremos ahora), y si el PC se pasa de la carga máxima la fuente se apagará (si es de calidad) o se estropeará (si es mala).
  • No es necesario dar un margen exagerado. Si el PC consume 400W de máximo, por ejemplo, no es necesario dar un margen extremo a la fuente y comprar una de 850W o 1000W, sino que lo importante es que sea de calidad. Las fuentes buenas pueden dar el 100% de su potencia de forma continua 24/7 durante años, a temperaturas ambiente muy elevadas. Las malas, ni siquiera dan lo que anuncian.

Para terminar la explicación, añadamos el concepto de eficiencia: sí, el clásico 80 Plus que vemos siempre. Pues bien, el proceso que realiza la PSU para convertir la corriente alterna de 115/230V de nuestro hogar en corriente continua de bajo voltaje (3.3V, 5V, 12V) para nuestro PC lleva a ciertas pérdidas energéticas en forma de calor. Esto provoca que, si el PC demanda unos ciertos vatios, la fuente necesitará unos cuantos más.

Cuanto menor sea la diferencia entre la demanda de los componentes del PC (potencia de salida) y lo que se consume del enchufe (potencia de entrada), significará que la fuente es más eficiente. Por eso existen los ratings de 80 Plus o Cybenetics.

¿Y cuáles son los mitos sobre la potencia y la eficiencia? Pues estos:

  • La potencia máxima de una fuente se refiere a la salida. Si la PSU es de 550W, significa que puede sacar hasta 550W, no significa que puede consumir de la pared esa cantidad. Por lo que nada de aplicar porcentajes a la inversa para «calcular la potencia real». ¡NO!
Ejemplo en el que el pico está entre el 30 y el 40%, con el típico desplome a cargas bajas y bastante plano hasta casi el 100%.
  • El mito de que «la eficiencia alcanza su pico al 50% de carga». No es necesariamente cierto, y cada vez menos. Incluso puede que lo alcance antes (sobre el 30%). Aun así, no debería condicionar nuestra compra: podemos hacer la reflexión inversa, ya que la eficiencia a muy bajas cargas se suele desplomar, y la mayor parte de PC pasan más tiempo en reposo.
  • Tampoco la eficiencia es una medida definitiva de la calidad. Hay fuentes Gold mucho mejores incluso que otras Platinum.

Mitos informáticos relacionados con el software y la web

Pasamos ahora al otro gran aspecto de la informática, el software, y empezaremos hablando de uno de los mayores mitos relacionados con el mundo web y la seguridad en los últimos años.

«Las páginas web con HTTPS son de confianza»

El buscar páginas con HTTPS o con el «candado verde» es un consejo que se da en muchas ocasiones para saber si una web es fiable, especialmente cuando hablamos de tiendas, bancos u otros sitios en los que se manejan pagos y datos sensibles.

Primero, entendamos las dos ventajas principales que nos da una conexión mediante HTTPS con una web:

  • Todo el tráfico de datos que haya entre nosotros y la web se encontrará cifrado. Al hacer la conexión se realiza un intercambio seguro de claves, de manera que toda la información que nosotros mandemos (o que la web nos mande) estará encriptada y solo tendremos acceso a ella nosotros y el servidor del sitio web.
Fuente: sid-500.com

Es decir, que cuando ves que estás conectado a profesionalreview.com a través de HTTPS, toda la información que intercambies será privada (no hay nada que intercambiar con nosotros, pero imagínate que es bancosantander.es).

  • HTTPS implica el uso de un certificado SSL/TLS. El navegador comprobará su validez, así que nos sirve para garantizar que estamos conectados al dominio correcto, y no a una suplantación.

Ojo con esta parte, porque hay que entender que generalmente lo que se valida es solo la identidad del servidor web. Es decir, imagínate un ejemplo burdo «estawebesuntimo.es», la página puede tener un certificado SSL válido y hacerse pasar por el Banco Santander, o por quien sea, ya que no se está validando ni a qué empresa pertenece la web, ni qué contenidos tiene la web.

Este último punto es la gran clave: el HTTPS es una capa de seguridad imprescindible para intercambiar datos sensibles en internet, pero no es una garantía de confiabilidad. Sobre todo cuando ocurren dos cosas más a tener en cuenta:

  1. Antes, que una web tuviese certificado SSL no era la norma, sino la excepción. En 2013 no llegaba al 50% de los sitios, y ahora supera el 96%. De hecho, los certificados antes cuestan dinero, y ahora entidades como Let’s Encrypt o Cloudflare los proporcionan gratis. Todas las webs por las que navegamos son HTTPS.
  2. Existe un certificado SSL denominado «Extended Validation» que, además del dominio, sí certifica la empresa a la que pertenece. Pero casi no se usa, y los navegadores ya no lo resaltan especialmente.

En navegadores de hace unos años tener un certificado EV desplegaba una gran barra verde en tu navegador con el nombre de la empresa, pero ahora deberás acceder manualmente a los detalles para ver esto.

«La desfragmentación de disco es fundamental»

Uno de los mitos típicos en software tiene que ver con el proceso de desfragmentar el disco, otro consejo que ha sido común durante años y que todavía alguna gente mantiene. La desfragmentación consiste en reorganizar dónde se almacenan los ficheros de un disco duro, evitando que los sectores estén muy dispersos (fragmentados) para mejorar su rendimiento y vida útil.

El almacenamiento se fragmenta sobre todo después de acumular muchas escrituras, borrados…

Suena bien, ¿no? La cuestión es que el proceso de desfragmentación solo se recomienda en discos duros mecánicos tradicionales (HDD). Actualmente la mayor parte de ordenadores utiliza (por suerte) el almacenamiento SSD (unidades de estado sólido), donde la desfragmentación no es necesaria, y de hecho puede ser dañina.

Básicamente, con un disco duro mecánico tradicional, los datos se localizan internamente gracias al giro de un plato y el movimiento de un cabezal, por lo que evidentemente nos interesa tener la información en posiciones cercanas del disco.

En cambio, en un SSD el acceso a los datos en posiciones aleatorias es mucho más veloz, por lo que no nos beneficia la desfragmentación, y a la vez hay un límite definido de escrituras de datos, por lo que estaremos dañando el SSD inútilmente.

Las unidades de estado sólido almacenan los datos en celdas NAND, de cuyo acceso y gestión se encarga un chip de control en el propio SSD.

«Piratear software no es un riesgo»

¡Menudo clasicazo! Desde que existe el software de pago, existe la piratería. Muchos incluso siguen optando por activar Windows de manera ilegal, cuando hay webs de venta de claves por el precio de un café. Cada vez se opta menos por la piratería: hay más alternativas a los software privativos, hay más gente apostando por suscripciones, los juegos se pueden conseguir rebajados…

Y ya ni hablemos del mundo de las películas, series y música: las suscripciones están a la orden del día, se desploma la piratería y con ello se evitan muchos riesgos. No solo son anuncios fraudulentos, sino que también nos pueden colar algún malware al descargar películas, por el viejo método de colarnos un fichero con distinta extensión.

Con una simple búsqueda en Google encontramos un montón de webs de claves…

Pero eso es demasiado evidente: yo me quiero centrar en la piratería de software. Debes tener claro que, si instalas un juego o programa crackeado o usas una herramienta de KMS para activar Windows, te expones a todo tipo de malware, y son muy comunes.

Solo hay que pensar en el reciente caso, ocurrido a comienzos de año, en el que robaron las credenciales RIPE a un empleado de Orange, y que dejó a los clientes de la operadora sin servicio durante varias horas. Todo fue fruto de descargar un KMS infectado.

Esperamos que comentar estos mitos informáticos te haya ayudado a encontrar nuevas ideas y conocimientos. Como te decía al principio, hay muchísimos más: ¿cuáles propondrías? Te leo en los comentarios.

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