Kratos y Atreus vuelven en God of War: Ragnarok para concluir su aventura en Los Nueve Reino de la mitología nórdica. El juego, que se lanzó al mercado el 9 de noviembre, es la secuela directa del aclamado God of War de 2018. En esta ocasión, hablamos de un juego intergeneracional que ha salido tanto en PS4 como en PS5. Un hecho que tiene la ventaja de abarcar a más jugadores pero que puede haber lastrado ligeramente su versión de nueva generación.
Desde luego, es seguro que el estudio Santa Monica ha hecho, como siempre, el mejor trabajo posible tanto para aprovechar el potencial de las consolas, como para introducir pequeñas mejoras en la jugabilidad y desarrollar una historia interesante y profunda en torno a los dos personajes principales. En el siguiente análisis podremos desglosar algunos de estos apartados.
Una historia paterno filial durante el fin del mundo
God of War: Ragnarok comienza justo poco antes de la escena final de God of War anterior. Han pasado tres años, Atreus ha crecido y debido a los sucesos que provocaron padre e hijo en el pasado, se ha desatado un gran invierno sin fin, el Fimbulwinter. Un evento que, tanto en la mitología nórdica como en el juego, es el preludio del Ragnarok o fin del mundo.
Ya desde el comienzo, las cosas se irán desbocando poco a poco hasta llevarnos a situaciones en las que los combates, marca de la casa, son la única salida posible. Pese a todo, y sin hacer spoilers, el estudio sigue creando unos guiones que, sin ser la octava maravilla o sorprender, cuentan con unos personajes secundarios muy carismático que nos sumergen en una aventura realmente entretenida. La historia fluye sin prisa, pero sin pausa hacia un final que nos ha dejado muy buen sabor de boca y con ganas de más. Todo ello aderezado con las escenas épicas de esta saga a las que estamos acostumbrados.
Por último, y dejando a un lado a los grandes personajes secundarios, no hay que olvidar que este God of War: Ragnarok se centra sobre todo en la evolución paterno filial entre Kratos y Atreus. La relación entre ellos era uno de los puntos fuertes del juego anterior pero no terminaba de despuntar. En esta ocasión, Atreus es mayor, ha ganado en complejidad y las escenas y conversaciones con su padre son más significativas y profundas. Se ha sabido modernizar la saga, dándole algo más de empaque a los personajes y sus historias, no solo centrándose en machacar botones teniendo la narrativa como algo superfluo.
Por otro lado, hay que reconocer que el ritmo de la historia y del juego en sí no es siempre tan interesante como uno quisiera. El juego comienza pisando fuerte hasta cierto segmento más reposado, que es necesario dentro de la narración, pero corta el ritmo. Por suerte, el último tercio vuelve a pisar el acelerador y no dejar un respiro.
Sacando músculo pese a las limitaciones
Actualmente todo entra primero por los ojos, y en un juego de este calibre siempre se pide unos gráficos a la altura de las expectativas. Con God of War: Ragnarok, Santa Monica vuelve a lograr un espectáculo visual en consolas. Hay que recordar, sin embargo, que es un juego que inicialmente se diseñó con la PS4 en mente como consola base. Eso hace que el juego luzca muy bien en PS4 y aún mejor en PS5.
Es realmente sorprendente lo bien que se puede optimizar un juego para una consola con casi 10 años de vida. God of War: Ragnarok cuenta con una calidad de animaciones, luces y texturas realmente bueno. Sin embargo, la versión de PS5 mejora aún más aspectos como la distancia de dibujado, la oclusión ambiental; y la calidad de las texturas, reflejos, sombras y vegetación.
La resolución y refresco es uno de los aspectos que más varia en según que consola. En la PS4 original God of War: Ragnarok corre a 1080p a 30 fps. En PS4 Pro encontramos el Modo Resolución a 1656p dinámicos y 30 fps; y el Modo Rendimiento a 1656p dinámicos a 60 fps.
Por último, en PS5 el Modo Resolución va a 2160p fijos a 30 fps, que con la tecnología VRR y frames desbloqueados puede llegar a 40 fps pero con resolución es dinámica; en el Modo Rendimiento la resolución es 2160p dinámicos a 60 fps, y con VRR puede llegar a 80 fps bajando la resolución a 1440p. Al final, hemos comprobado que juegue como se juegue, God of War: Ragnarok sigue luciendo muy bien gracias a la reconstrucción temporal para la resolución dinámica.
Jugar en Modo Rendimiento es casi la mejor opción, no se pierden tanta calidad gráfica y se gana mayor fluidez. Una fluidez aun mayor para quienes dispongan de un televisor o monitor compatible con la tecnología VRR (Variable Refresh Rate) y modo 120 Hz. Ello requiere disponer de un puerto HDMI 2.1 y activar la opción VRR en la PS5.
Uno de los problemas, que concierne más al diseño de niveles que a los gráficos, son los trucos usados en el mapa para camuflar la carga del escenario. Es una de las desventajas de compartir el juego con PS4, en esa consola la carga de niveles es más lenta y necesita de esos trucos, cosa que en PS5 no es ni de lejos necesaria.
La carga tardía de texturas o sombras, es otro de los aspectos más visibles en la versión de PS4 pero que no afean la experiencia. En cambio, en PS5 apenas hemos notado fallos visuales o de otro tipo. Algo que se agradece, pero que puede tener su motivo en el parche 2.000 de casi 800 megas que salió con el lanzamiento de juego y que solucionaba más de 100 fallos. Hoy en día es raro el juego que no trae algún parche corrector.
God of War continuista pero con novedades
Al ser God of War: Ragnarok una secuela directa del juego anterior, no se ha visto un gran cambio en las mecánicas del juego, ya sea en lo que respecta al combate o la exploración. No se ve el gran giro que se dio de God of War: Ascensión 2013 a God of War de 2018. En estos aspectos el juego es muy continuista, algo que no tiene por qué ser malo en absoluto.
Este juego sigue manteniendo el plano secuencia del anterior, donde la cámara no se separa en ningún momento de la espalda de Kratos, ni en las cinemáticas, aunque en este God of War: Ragnarok hay alguna que otra sorpresa durante la aventura que no desvelaremos para mantener la intriga.
También vuelve la barca usada en el primer juego junto con la posibilidad de usar en algunos momentos el trineo del que tiran nuestras lobas Speki y Svanna. Haciendo uso de ambos sistemas de transporte, junto con los portales, podremos desplazarnos a cualquier parte de los Nueve Reinos, si, has leído bien. Esta vez no son unos cuantos reinos, sino todos. Al igual que en God of War 2018, en cada uno de ellos encontraremos zonas más pasilleras y zonas bastantes amplias en las que perdernos y explorar o resolver puzles. De igual manera, hay reinos que han visto mejorado su aspecto y otros que no lucen tanto. Lo que si se echa en falta en cada uno de ellos es algún cambio adicional más allá de solo lo estético. Aparte de cada reino en particular, a los escenarios del juego en general le faltan mayor interactividad.
Muchos de los cambios introducidos en este God of War: Ragnarok los podemos encontrar en el inventario. Primeramente, desaparecen las armaduras y complementos con niveles según su rareza. Ahora este equipo puede subir desde el nivel 1 al 9, lo que ofrece aún más posibilidades que en el pasado. Una vez en 9, el aspecto se puede modificar por el de cualquier otro del inventario. Como es costumbre, los mejores equipos se encuentran escondidos en puzles o misiones secundarias.
El árbol de habilidades es algo que también se mantiene, pero hay cosas alrededor de este que han cambiado. Ahora cada vez que se mejore una habilidad, aparecerá un contador sobre ella y cuanto más se use, más subirá de nivel. En nivel oro se podrá personalizar añadiéndoles símbolos de modificación.
La EXP (experiencia) que ganamos en el juego también ha visto aumentada su uso y no solo sirve para las habilidades o los ataques rúnicos sino también a la Ira Espartana de Kratos y las reliquias que uno consiga. Otros cambios tienen que ver con el amuleto de Yggdrasil y los encantamientos que se pueden acoplar. Estos tienen una afinidad concreta con cada y con la cantidad del mismo encantamiento que se usen, que aumentaran las estadísticas del personaje. Lo mismo ocurre al equipar piezas de armaduras que sean exactamente del mismo conjunto.
Además de todo lo anterior, dos de las mejoras que encontraremos en la versión de PS5 son: el audio 3D y la retroalimentación háptica del Dualsense. Esta última es bastante buena y está conseguida, podemos sentir muchos detalles como las ondas del hacha al lanzarla, los movimientos al correr o escalar o pequeñas vibraciones al movernos por el inventario. Pero al final no es una sensación tan detallada o cuidada como la de otros juegos First party de Sony. Su uso en Ghost of Tsushima estaba muy muy bien implementado, y no llega a ese nivel por desgracia.
Combates, puzles y exploración
Aunque la historia tenga un gran peso en God of War: Ragnarok, el juego no deja de lado su mecánica principal: los combates. En el juego encontraremos muchísimos combates, con muchos enemigos diferentes y de diferente tipo y casi siempre en diferentes escenarios. A ello hay que añadir los combates con mini jefes y jefes, algunos de estos gozan de toda la epicidad posible. En conclusión, vamos a repartir un montón de hostias.
Los combates si siguen una línea muy similar a la del juego anterior, no se trata de un hack and slash de aporrear botones, sino que normalmente habrá que ir con cuidado y tener una pequeña estrategia en cuanto al tipo de armas a usar según el personaje o a aprovechar el escenario. Esto quizás no hace falta en los modos más fáciles, pero en los difíciles sí será esencial. Hay que tener cuidado con la cámara que, en según que zonas, a veces juega malas pasadas y complica los enfrentamientos.
En esta ocasión se han diseñado muchos de los escenarios con distintos niveles de altura, lo que añade a los combates un plus de verticalidad. Esto es una ventaja para Kratos, que ahora puede hacer atacar mientras se lanza desde arriba.
Desde el comienzo de God of War: Ragnarok contamos con el hacha Leviatán y las Espadas del Caos, que serán útiles para según que enemigos y para los puzles. En este juego las espadas también se usan mucho para moverse por el escenario o para enganchar a los enemigos. A medida que avance el juego, como es habitual, se ira consiguiendo más equipo que expande la forma de combatir. Es muy satisfactorio poder combatir contra los enemigos o jefes mientras se cambia de armas al vuelo.
Además de las armas y armaduras, en este God of war: ragnarok se han añadido distintos escudos con distintas habilidades o formas de usarlo a nuestro favor. Un añadido que aporta una extra a los combates.
Atreus es otra de las ayudas de las que dispondremos durante el combate. El actuará por su cuenta normalmente pero cuando pulsemos el cuadrado disparará flechas a los enemigos, algo que normalmente es útil para aturdirlos o entretenerlos. A medida que avance el juego, también podremos mejorar sus habilidades y equipo, entre otras cosas.
La resolución de puzles, la exploración y las misiones secundarias nos entretendrán el resto del tiempo. Los puzles aparecerán a menudo y aunque no son difíciles, requerirán de algo de ingenio. La parte negativa, al igual que en Horizon Forbbiden West, es la innecesaria y rápida ayuda que dan los compañeros a muchos de los puzles. Sony debería dar directrices sobre esto poque empieza a ser molesto. Las ayudas vienen bien si uno se atasca durante un buen periodo de tiempo, pero no cuando solo han pasado minutos.
La exploración también viene con su parte buena y su parte mejorable. En los espacios grandes y abiertos, explorar es una delicia y uno descubre misiones y cosas interesantes, pero en las partes más pasilleras a veces es aburrido tener que desviarse del camino cada dos por tres para ir a por un cofre que se atisba. Es algo opcional, claro está. Pero para quienes sean de recoger todo, puede terminar cansando.
La escalada sigue presente pero no ha sufrido cambios apenas y sigue siendo una acción bastante automática. Esto hace que escalar diste mucho de llegar al nivel de lo conseguido en otros juegos, y quede en algo meramente anecdótico en lugar de brillar por luz propia.
Por suerte en God of War: Ragnarok, muchas de las misiones secundarias aportan una buena historia y contenido, sin ser muy repetitivas o aburridas. Algo que se agradece. Obviamente, no todas son igual de buenas o interesantes, pero no todo puede ser perfecto.Lo bueno de este tipo de juegos es que uno puede jugarlo tranquilamente y terminarlo sin tener que buscar o conseguir todas las cosas, misiones o trofeos. Tras los créditos, aquellos que lo deseen podrán completar lo que falte.
En nuestro caso, completar God of War: Ragnarok en modo difícil y con tranquilidad nos ha llevado cerca de 35 horas. Una duración que se pasan volando, sobre todo en la horas finales donde encontraremos algunas de las mejores escenas del juego.
Quienes jueguen en modos más fáciles o directamente a completar la historia principal pueden terminar el juego perfectamente en unas 25 horas. Si lo que se desea es conseguir el 100% del juego con todo recogido y todas las misiones hechas, la duración puede alargarse otras 10 o 15 horas.
Un apartado sonoro a la altura
La banda sonora de God of War: Ragnarok roza un gran nivel, casi como si fuera un personaje más de la historia. Cuenta con temas frenéticos para los combates, temas íntimos para esos momentos más personales y, por supuesto, los temas épicos para esos momentos que necesitan un subidón o llega una pelea importante. En definitiva, la música de Bear McCreary, que repite como compositor, es la adecuada para cada situación y mejora el conjunto.
Para nuestro análisis, hemos elegido claramente el doblaje nacional. El doblaje original en este God of War: Ragnarok es muy bueno, pero lo mejor es que el español no se queda atrás. Los juegos de Sony se caracterizan por contar siempre con un doblaje muy cuidado, a la par que el de una película. La más característica es la de Rafael Azcárraga, que le pone esa profunda voz a Kratos. El resto de interpretaciones encaja perfectamente con sus personajes.
Los efectos de sonido del juego también cumplen de sobra. Aun así, lo más importante en este caso, y solo para la versión de PS5, es el buen empleo del audio 3D Tempest. Se puede aplicar tanto al televisor como a los cascos/auriculares. Nosotros hemos hecho uso tanto de un home cinema como de unos cascos Corsair. En el primer caso, el posicionamiento físico del sonido es muy bueno tal y como cabe esperar. La mayor prueba era para los cascos, y de hecho el audio 3D logra que podamos seguir alrededor nuestra los efectos de sonido y las voces perfectamente.
Conclusión y palabras finales de God of War: Ragnarok
Por mucho que escribamos sobre el juego, God of War: Ragnarok es un juego que merece ser jugado si te gusta este género o el mundo de los videojuegos en general. No llegar a ser perfecto, ninguno lo es, pero está muy cerca y quedará para el futuro como la joya que es.
God of War: Ragnarok tiene problemas con ser continuista, arrastrar diseños de niveles y gráficos por culpa de PS4, tener zonas no tan amplias o algunos problemas de ritmo. Pero todos sus fallos quedan en «peccata minuta» si se lo compara con todas las virtudes que tiene el juego o lo que uno disfruta jugándolo.
Nos encontramos ante un juego narrativo con una buena historia sencilla y épica, que cuenta una historia paternal, pero salpicada de los habituales combates frenéticos y brutales. A ello sumamos un mundo semi abierto con misiones extras y puzles. Por muy mal que lo hubieran intentado hacer, de ahí no sale un juego notable, sino algo más. Con God of War: Ragnarok coge un picoteo y algo fresco y déjate llevar por su aventura al fin del mundo. La única pega es tener que esperar para ver lo siguiente que hará este estudio en exclusiva para PS5.
God of War: Ragnarok ya está disponible para comprar en PS4 por 69,99€ y en PS5 por 79,99€.
VENTAJAS |
INCONVENIENTES |
+ Gráficos y sonido espectaculares. |
– Niveles limitados por PS4. |
+ Historia y guion muy buenos. | – Algún problema de cámara. |
+ Gran cantidad de niveles y enemigos. |
– Niveles bonitos pero poco interactivos y algunas zonas lineales. |
+ Combates frenéticos y satisfactorios. |
– El ritmo a veces decae, por suerte remonta al final. |