Si te preguntas qué PC gaming comprar, en esta guía podrás conocer todos los consejos y cuestiones que debes plantearte antes de adquirir un equipo para gamers. De este modo, podrás ahorrar dinero, comprar algo que realmente sirve para tus necesidades particulares, y no errar en la compra pecando de optimista o de pesimista con las previsiones de rendimiento.
Índice de contenidos
Los procesadores Intel de 11ª y 12ª generación o los de 4ª y 5ª generación de AMD son buenos para jugar. Asegúrate de que los procesadores son de última generación para ofrecer la mejor experiencia de juego. Es decir, procesadores con números como 11xxx y 12xxx para Intel y 4xxx o 5xxx para AMD.
Elegir un AMD Ryzen 3 o un Intel Core i3, aunque no puedan ejecutar algunos de los juegos más exigentes, no es una buena idea. También deberías evitar los Celerons y los Pentiums, o Athlons, ya que son chips inferiores. En su lugar, elige un Ryzen 5/Ryzen 7 o Core i5/Core i7 en caso de que desees el mejor rendimiento sin despilfarrar dinero.
La frecuencia y el rendimiento single-core importa más para los videojuegos que la cantidad de núcleos. Por tanto, elige mejor chips que tengan mayor frecuencia de reloj y un buen rendimiento single-core y no te obsesiones demasiado con Threadripper o Core i9. De esa forma harás la compra más óptima en cuanto a rendimiento por euro invertido. Esas bestias de procesamiento pueden procesar grandes cantidades de información, pero no son adecuadas para los juegos. Incluso si compilas, virtualizas o realizas otras tareas, el software que utilices para jugar no podrá aprovechar al máximo el paralelismo.
Las tarjetas NVIDIA ganan en este escenario, a pesar de que AMD está luchando por mejorar esto con sus nuevas generaciones de arquitecturas. Para jugar adecuadamente a los juegos, según la resolución, deberías elegir la tarjeta gráfica adecuada como te indicamos en nuestro artículo «Tarjetas gráficas recomendadas por resolución: 1080, 1440 y 4k«.
En torno a título de videojuego más potente en el que quieras jugar y la resolución a la que desees jugar estará la decisión de tu tarjeta gráfica. Eso sí, evita siempre ahorrar en este sentido y optar por la tarjeta integrada en la CPU, ya que estas iGPU no son suficientes para muchos títulos AAA. Por otro lado, evita malgastar dinero en configuraciones con varias tarjetas gráficas, algo que para gaming no hace falta y significaría multiplicar el gasto en gráficos para nada.
La memoria de vídeo, o VRAM, no es lo más importante. No es necesario tener mucha memoria a menos que quieras usar 4K o resoluciones muy altas. No te fijes demasiado en eso. Para jugar a videojuegos a 1080p (FullHD) con 3 o 4GB de memoria sería suficiente, por ejemplo. U optar por unos 8 GB si quieres jugar a resoluciones más altas, como la 4K. Pero, repito, es más importante la generación de la arquitectura de la GPU y el SKU que la cantidad de RAM para el rendimiento. No obstante, eso no significa que debas descuidar la VRAM…
El siguiente elemento que deberías adquirir y es importante para el rendimiento de los videojuegos es la memoria principal o memoria RAM. Este elemento va a ser el encargado de cargar los procesos implicados en el videojuego y de alimentar a la CPU con ellos. La CPU a su vez será la encargada de comandar la GPU, por lo que mientras más baja sea la latencia y mayor el ancho de banda con la memoria, mejor rendimiento obtendrás.
Con una configuración con una DDR4 o DDR5 de capacidad 16 GB podría estar bien para la inmensa mayoría de títulos, incluso los más exigentes. Fíjate también, a la hora de adquirir los módulos, que el CL sea lo más bajo posible, la velocidad de reloj de la RAM lo más alta posible y, si puedes, usar Dual Channel separando los módulos 8+8 GB, por ejemplo.
Si has optado por una configuración con más núcleos debido a que no solo usas el PC para gaming, entonces quizás te interesará subir esa cifra de los 16 GB. Por ejemplo, si lo vas a usar también para uso profesional y virtualizar, compilar, renderizar, etc., es posible que necesites configuraciones con 32 o 64 GB, pero esto ya no es cuestión del propio videojuego, sino del resto de software que vayas a usar.
Hay diferencias de velocidad significativas entre un SSD y un HDD aquí, así que invierte un poco más de dinero en un SSD NVMe PCIe. Los discos duros de estado sólido PCIe M.2 funcionan a velocidades ultrarrápidas que no tienen comparación con los discos duros SATA3 convencionales.
Se puede utilizar un HDD secundario para almacenar los datos si la capacidad del SSD no es suficiente. Pero en el SSD se debe instalar el sistema operativo, los videojuegos y otros programas. Tener un buen medio de almacenamiento podría incluso afectar a los FPS, aunque muchas personas no saben esto.
Y es que, cuando juegas en videojuegos de mundos abiertos, la cantidad de datos que hay que extraer del disco es bastante alta, por lo que disponer de un medio cuyos accesos sean rápidos es vital para que el rendimiento del videojuego no se vea perjudicado y baje la tasa de FPS.
Por otro lado, recuerda que esas partidas de carga eterna se te harán mucho más cortas con un SSD. Verás diferencias notables en la carga del propio videojuego y de la partida a la que vayas a jugar, por lo que no merece la pena usar un HDD en la actualidad.
Algunos gamers gastan demasiado en un elemento que no es crítico para los videojuegos. La placa base no influirá demasiado en el rendimiento del videojuego como muchos piensan. Siendo compatible con la plataforma elegida del procesador y de la GPU, además de tener DC y los puertos que vas a emplear, será suficiente.
Las placas base de 80 a 150 euros serían excelentes para un ordenador de juegos (Gigabyte, MSI, ASUS, etc.). No gastes demasiado en ella, pero asegúrate de que es buena, eso sí. Con esto sería suficiente para este elemento.
Por cierto, otra cosa positiva que podrías usar para elegir placa base es que cuente con un buen sistema de refrigeración pasivo para aguantar a buena temperatura durante tus sesiones de gaming.
Y de un elemento en el que todos se fijan e invierten demasiado dinero sin ser preciso pasamos a otro que es todo lo contrario. Muchos usuarios no invierten tanto en ella y deberían no escatimar en gastos con la PSU o fuente de alimentación. Y es que es un elemento muy importante que no influye en el rendimiento del videojuego de forma directa pero sí indirecta, ya que debe ser estable y ofrecer una buena alimentación para el resto de los elementos de tu PC gaming.
Las fuentes de alimentación baratas tienden a carecer de tecnologías de protección activa o pasiva para evitar daños al hardware por picos eléctricos, sobretensiones, cortes, y demás. Eso podría salirte caro si tu CPU, GPU, etc., sufre daños y tienes que sustituirla. Al final, ahorrar en una PSU podría significar invertir mucho más en la reparación.
En lugar de recurrir a un sistema avanzado de refrigeración líquida, puedes conseguir una refrigeración adecuada con una sencilla configuración de ventiladores. Sin embargo, no la hagas demasiado barata ni demasiado cutre. Aunque parezca que los ventiladores no tienen un impacto significativo en el rendimiento de los juegos, sí lo tienen.
Cuanto más exigentes son los juegos, más se calienta la CPU, GPU y RAM. En épocas de calor como el verano, la CPU se sobrecalienta adicionalmente y comienza el temido throttling, bajando la velocidad de procesamiento de forma significativa.
Eso mismo también ocurre en la GPU, bajando la tasa de FPS. Por esta razón, la refrigeración para los juegos es vital si no quieres que se comience a bajar la frecuencia y el voltaje para luchar contra las altas temperaturas y termine lastrando tu partida.
Por supuesto, además de todo lo anterior, el monitor es otra de las partes esenciales para el gaming. Si deseas elegir el adecuado sigue estas recomendaciones:
No olvides otros elementos que también son importantes para el gaming:
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