Hemos elaborado una comparativa entre el SSD externo vs interno porque hemos visto que se ha avanzado mucho en este producto. El precio no es el más atractivo del mundo, pero es súper viable y pone en riesgo de extinción a los HDD de 1 TB.
Veíamos muy lejano el momento en el que los mejores SSD externos llegasen a ser una opción fuerte frente a los discos duros externos. El precio ha mejorado muchísimo, aunque debe hacerlo más para extinguir a los HDD, pero nosotros vamos más allá, ¿SSD externo o interno? Algunos lo tendréis claros, pero otros no tanto, por lo que resolvemos la pregunta.
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Cada uno plantea soluciones diferentes para necesidades diferentes, pero no tenemos un presupuesto infinito por lo que muchos se verán obligados a elegir uno. Esta entrada la elaboramos para intentar disipar vuestras dudas y elegir un candidato.
Cuando hablamos de SSDs, tenemos que hacer referencia a su velocidad de transferencia porque es la protagonista de que elijamos este tipo de unidad. Es sabido que la velocidad de lectura máxima de un SSD convencional no suele sobrepasar los 550 MB/s de lectura y 530 MB/s de escritura.
La primera batalla entre SSD externo vs interno tiene que ver con qué tipo de SSD da más velocidad. Esto tiene una respuesta: el SSD interno. Es cierto que hay unidades externa de SanDisk o Samsung que usan el protocolo NVMe, pero siguen quedando por detrás de las velocidades más altas en unidades internas.
¿Por qué? Por el uso de interfaz, ya que los SSD PCIe con protocolo NVMe son otro nivel en este sentido. Luego, ahondaremos más sobre el tema.
El precio es un factor decisivo en esta comparativa entre SSD interno vs externo porque los SSD portátiles son más caros que las unidades internas. Actualmente, son 3 las capacidades más comunes en SSDs internos:
Dicho esto, ¿quién va a comprar un SSD externo de 250 GB? Absolutamente nadie porque no sale a cuenta, pero sí uno con 500 GB o 1 TB. Hablando de discos duros externos, considero lógico optar por 1 TB, y aquí vemos las diferencias de precio:
Mientras que un SSD interno no cuesta más de 100€, las opciones externas parten de los 132€, lo que nos hace pensarnos mucho las cosas. Todo esto sin valorar la velocidad de transferencia que tienen algunas unidades SSD M.2 internas, que son mucho más rápidas que los SSD externos.
Por tanto, la relación precio/capacidad en los SSD externos es bastante pero que en los internos, pero lo cierto es que son 2 mercados distintos: no hay tanta demanda de SSD externos, por lo que su precio tampoco va a ser muy competitivo.
Te recomendamos la lectura de nuestra super guía de cómo hacer backup en un SSD externo
No hay que olvidar que un SSD externo lo conectamos por USB y nos olvidamos de todo, mientras que un SSD interno tenemos que instalarlo en el PC o portátil. Quien no sea aficionado a la informática no va a saber instalarlo en un PC, menos aún en un portátil que hay que desatornillarlo por completo.
Por otro lado, debemos valorar la portabilidad del SSD externo: podemos llevárnoslo donde queramos y usarlo sin problemas. En cambio, el SSD interno lo instalaremos en un PC o portátil y tendremos que usar dichos equipos para disfrutar de él.
Son 2 unidades distintas para fines diferentes.
Antes lo hemos mencionado, pero en este apartado lo trataremos de forma más específica. Cuando hablamos de un SSD externo y otro interno, tenemos que tener claro que se usan interfaces distintas:
Mientras que SATA y PCI-Express nos van a brindar unas velocidades de transferencia más que suficientes, tenemos que poner atención al puerto USB que usamos para conectar nuestro SSD externo, ¿por qué? Porque para aprovechar mínimamente la velocidad de transferencia de la unidad externa, debemos contar con un USB 3.0 o superior.
Pensad que un USB 2.0 ofrece un máximo teórico de 480 MB/s de transferencia, causando un cuello de botella importante. A través de este muerto, un SSD externo no puede competir con uno interno, pero la cosa cambia con Thunderbolt 3 o USB 3.1.
En conclusión, para obtener una velocidad similar a la de SATA, puede bastar con conectarlo a USB 2.0, pero para competir con PCI-Express (más de 1.000 MB/s) tenemos que hacer uso de una conexión USB 3.1 o superior. Esto último lo digo pensando en que optéis por un SSD externo con protocolo NVMe, un aspecto que le permitirá alcanzar más de 1.000 MB/s de lectura.
No tienen por qué existir diferencias entre un SSD interno vs externo en lo que a vida útil se refiere, pero sí que puede haberlas. Si te preguntas esto, decirte que es importante saber qué tipo de memoria NAND estamos: chip MLC o TLC.
A veces, es complicado saber qué tipo de memoria NAND lleva el SSD externo, pero las opciones internas sí que suelen especificarlo o, al menos, hay más información sobre ello. Yo tengo una regla para esto: si el fabricante no anuncia el tipo de memoria NAND, es que no es de las mejores.
Y lo cierto es que, de tener memoria MLC, el fabricante lo anunciaría «a bombo y platillo», cosa que no hacen la mayoría. Por ello, me inclino a pensar que los SSD internos pueden ofrecer mayor vida útil que los externos. Además, no estamos teniendo en cuenta el trasiego de los SSD externos, pudiéndose caer o golpear fuertemente.
Algunos vienen con certificaciones IP55 o similares, así como con una carcasa reforzada para proteger el interior de estas unidades de las caídas que pueda sufrir.
Cada tipo de SSD atiende a unas necesidades específicas y partiría de las siguientes premisas:
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