Comprar una tarjeta gráfica en la actualidad resulta una tarea bastante complicada con la continua falta de stock y los elevados precios que se piden por ellas. Afortunadamente parece que poco a poco todo vuelve un poco a la normalidad. Sin duda no serán ni mucho menos los únicos determinantes para adquirir nuestra flamante GPU.
Índice de contenidos
Así que vamos a ver qué síntomas y pistas no va a dar nuestro equipo de que ya va necesitando una actualización. No es tarea fácil cubrir todos los detalles en un artículo, así que intentaremos resumirlo todo.
Presupuesto que necesitas
El primer factor que determina cuándo debes comprar una tarjeta gráfica es el dinero, mientras no tengas el suficiente presupuesto, no habrá tarjeta para ti. Esto es obvio, pero actualmente están existiendo grandes problemas de stock en muchos componentes informáticos, y esto hace subir mucho los precios.
Una recomendación sería ir a por modelos de nueva generación o como mucho de hace 2 o 3 años si conseguimos un buen chollo de segunda mano. Tanto la serie Turing de Nvidia (RTX 20) como la RDNA de AMD (Radeon RX 5000) ya están descatalogadas, así que en tienda solo encontraremos modelos reacondicionados o stock antiguo, ¿comprar una tarjeta gráfica reacondicionada?
El presupuesto mínimo que debemos tener para una tarjeta gráfica será de 260 a 300 euros, para comprar una AMD Radeon RX 550 o una Nvidia GTX 1050 Ti, que por otro lado no servirán para mover juegos actuales. Las noticias no mejoran si observamos cómo unas modestas GTX 1660 Ti están a casi 500 euros, que serán las tarjetas de partida para hacer mover todos los juegos a Full HD y una calidad digna.
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Qué gráfica tienes para saber cómo de vieja es
Conocer nuestra gráfica será básico para saber si ya necesitamos un cambio, pues sabiendo su modelo es fácil buscarla en la red y saber de qué año es. Será tan sencillo como descargar el software GPU-Z gratuito y ejecutarlo. Ahí aparecerá marca y modelo de la tarjeta, así como sus especificaciones principales.
Las GTX 900 de Nvidia aún son capaces de mover bastantes juegos en calidad mala, por debajo de esto no habrá mucho que hacer con juegos actuales. Tal y como están las cosas, si tienes la suerte de tener una tarjeta GTX de la serie 1000 de Nvidia o AMD Radeon de la serie Radeon RX 580 todavía puedes extender un poco su vida útil hasta esperar que los precio bajen.
Si tus gráficos son los integrados en la CPU y deseas jugar, entonces debemos comprar una tarjeta dedicada con total seguridad. Descubrirás que no tienes tarjeta dedicada si en GPU-Z aparecen los Intel UHD Graphics o los Radeon Graphics.
Problemas y síntomas de una tarjeta rota o casi rota
Aún si tienes una tarjeta relativamente actual pero está mostrando alguno de los siguientes problemas, tu única opción o la más barata será cambiarla si las pruebas que comentamos no solucionan el problema.
Artefactos en la imagen, congelamientos, puntos o rayas
Son síntomas de que la GPU o las memorias están en mal estado, pues no suele ser debido a problemas del monitor o drivers. Podríamos hacer unas cuantas comprobaciones para descartar componentes:
- Probar otro monitor y ver si la imagen es correcta: la solución más rápida, pero entendemos que un usuario normal no va a tener más de un monitor. En su detecto, podremos probar con un televisor o incluso conectar el monitor a una tablet o un portátil.
- Probar en otro puerto de video: de la tarjeta, del propio monitor o cambiar el cable por otro serán las opciones más factibles en caso de escasez de monitores en casa. Pedir ayuda a un amigo cercano tampoco será mala idea si no tenemos hardware con el que probar
- Retirar la tarjeta gráfica dedicada y probar el monitor en la placa si tenemos gráficos integrados: no tengamos miedo de toquetear en un PC, no va a pasar nada a menos que seamos sumamente cafres.
Si los cuadros blancos y negros, puntos, cuadros en color o rayas siguen apareciendo, toca cambiar de tarjeta.
Pantalla que se apaga y enciende cada cierto tiempo
Este problema suele deberse a fallos con los controladores de vídeo o la propia interfaz de vídeo. Así que lo mejor será desinstalar los drivers o actualizarlos a la versión más actual.
El equipo de reinicia cuando la tarjeta está bajo estrés
Este síntoma junto a unos ventiladores al máximo y ruidosos significa que nuestra tarjeta gráfica se está calentando demasiado. Mucha suciedad, o un disipador descolocado o con pasta térmica solidificada suelen ser los motivos. Igual que pasa con las CPU, la pasta térmica de las GPU también va perdiendo su efectividad con el tiempo, sobre todo si pasta con base cerámica.
Pero también se puede deber a falta de potencia por parte de la fuente de alimentación o que el VRM de la tarjeta esté funcionando mal. A veces ocurre que nuestra fuente de alimentación sufre una rotura de un raíl de voltaje y deja de suministrar corriente suficiente para la tarjeta. Además, puede deberse a una rotura en algún conductor de alimentación. Suele ir acompañado de tirones en juegos, y la prueba más concluyente que podemos hacer es probarla en otro equipo o con otra fuente de alimentación.
Interfaces de vídeo anticuadas
Tener hoy día una placa o tarjeta gráfica con puertos DVI o VGA es indicativo de que debemos comprar una tarjeta gráfica. Lo mismo ocurre al contrario, si nuestro monitor está fallando y el setup solo admite conexiones antiguas, debemos saber que prácticamente todos los monitores actuales ya cuentan solo con HDMI o DisplayPort.
Existen adaptadores de DVI a HDMI, que todavía tienen un pase al ser una interfaz digital y admitir resoluciones superiores a los 1920x1080p. Pero si tenemos VGA que es una interfaz analógica con un bajo ancho de banda, se perderá mucha información de imagen y estará lejos de ofrecer una calidad de imagen como DisplayPort o HDMI.
Juego lento: FPS mínimos para jugar y cómo medirlos
Podríamos hacer un artículo solo para explicar esto, de hecho, ya lo explicamos en otros posts a los que podéis acudir. Aquí lo haremos de forma rápida, porque si lo que buscamos es tener una buena experiencia en juego, necesitaremos una tarjeta gráfica que sea capaz de moverlo debidamente.
Los FPS o Fotogramas por Segundo determinan la fluidez con la que una imagen se mueve en la pantalla. Casi cualquier monitor por antiguo que sea tiene una tasa de refresco mínima de 60 Hz, que corresponderían a 60 FPS. Pero todavía con 30 o 40 FPS la experiencia de juego puede ser aceptable, aunque perjudicial para nuestra vista desde luego.
Para medir los FPS mientras jugamos tenemos varias opciones, y la más rápida podría ser la de hacer un benchmark al juego en caso de que tenga esta opción. Es una prueba en la que el juego se ejecuta con la configuración grafica que tengamos fijada para evaluar el rendimiento de la tarjeta gráfica. Normalmente la encontraremos en el apartado de gráficos del juego, en extras o directamente en el directorio de instalación. Esta opción no está en todos los juegos, por siempre podremos hacerlo manualmente jugado junto a un software que midas estos FPS.
La segunda opción será la de instalar un software como Fraps o mejor, MSI afterburner que nos permite capturar los FPS y mucha más información del juego.
- Tutorial de cómo utilizar Afterburner
Si el rendimiento es tan lento que ni siquiera llegamos a esos mínimos 30 FPS, aún tendremos oportunidades de aprovechar nuestra tarjeta gráfica:
- Bajando la calidad gráfica del juego: en PC los juegos admiten configuración de calidad, no es como en las consolas.
- Bajando la resolución de juego: lo mínimo hoy día sería jugar en Full HD o 1920x1080p, pero bajando a 1280x720p todavía sería posible tener una calidad aceptable y ganaríamos rendimiento.
- En gráficas actuales utilizando las tecnologías de aceleración de Nvidia y AMD, por ejemplo, DLSS, FidelityFX Super Resolution, Radeon AntiLag y otras soluciones. Se integran en juegos actuales (no todos) y que disminuyen la caga de nuestra tarjeta. Obviamente necesitaremos una GPU GTX 1000 hacia arriba en caso de Nvidia, o Radeon RX 500 hacia arriba en el caso de AMD.
Saber qué hardware tenemos y si será un cuello de botella
Quizás la pregunta no sea cuándo debo comprar una tarjeta gráfica, sino cuándo debo actualizar mi otro hardware. Para ejecutar juegos no toda la importancia la tiene la tarjeta gráfica, también es fundamental la CPU y la memoria RAM, así como un buen disco duro. La cuestión es ¿Cuándo sabemos que el problema o cuello de botella está en otros componentes?
Problemas de tener una CPU lenta
Los juegos actuales suelen pedir como mínimo una CPU de 4 núcleos, y más abajo de esto es casi seguro que el rendimiento en juegos será bastante deficiente. Parte del trabajo de físicas y movimiento lo hace este componente y afectará negativamente a los FPS si su rendimiento es bajo.
Una buena forma de saber si el cuello de botella es la CPU es nuevamente realizar benchmarks y analizar las puntuaciones. Pero con Afterburner también podremos sacar telemetría de la CPU, y ver si ésta está al límite de capacidad cuando se ejecuta el juego. El componente que antes llegue al 100% será el factor limitante en el equipo.
Poca memoria RAM
Lo mismo podemos decir que la memoria RAM, si esta está al 100% o a más del 80% significa que su límite ha llegado y no va a poder ofrecer más. Lo mínimo que debemos tener actualmente en un equipo son 8 GB, y si es para juegos, 16 GB. Menos de esto significa ir muy justos para mover juegos 3D.
Disco duro SSD por favor
Tanto si es SATA como si es SSD NVMe, la cuestión es tener una unidad de almacenamiento sólido en nuestro equipo. Windows 10 está pensado para su uso, pues el HDD tradicional invertirá interminables tiempos de carga para el sistema, aplicaciones y mucho más para juegos.
Fuente de alimentación con suficientes PCI
A la hora de comprar una tarjeta gráfica nueva es importante conocer su potencia y la cantidad de cabeceras de alimentación PCI que necesita.
La potencia la podremos conocer simplemente mirando sus especificaciones o las genéricas de la marca, Nvidia o AMD. Estos harán una recomendación de la fuente de alimentación mínima que deberíamos tener instalada en nuestro equipo para hacerla funcionar con garantías.
En el caso de las conexiones de alimentación, lo general será tener 1 o 2, consistiendo en cabeceras de 8 pines. Prácticamente la totalidad de fuentes de alimentación sean o no modulares y tengan o no certificación 80 Plus ya tienen dos salidas de alimentación. Pero en el caso de tarjeta gráficas muy potentes y con 3 entradas, dicha fuente deberá tener al menos un par de cables de suministro con 2 conexiones cada uno.
Conclusiones
Estas son las claves o pistas que nos dará nuestro equipo de que debemos de comprar una tarjeta gráfica nueva. Al final casi todo se podrá resumir en un rendimiento en juegos deficiente, y en un posible fallo de la propia tarjeta que tengamos.
No son unos buenos tiempos para que esto nos ocurra, pues si echáis un vistazo al mercado los precios siguen siendo bastante abusivos, al menos en España. Así que nos queda tener paciencia, encontrar alguna oferta o chollo y tirar hacia delante con ella. Por eso las tarjetas gráficas de segunda mano están bastante cotizadas ahora, y lo cierto es que es un buen momento para su venta. Los gamers y sobre todo la minería están causando estragos en el stock.