La Xbox Series S, una de las dos nuevas consolas de Microsoft, se lanzó hace unos meses y hemos tenido tiempo para probarla a fondo. En este caso, no es la consola más potente de las dos, pero tiene características y una relación calidad precio bastante interesantes.
Su potencia supera obviamente a las consolas de anterior generación, pero además incorpora nuevas funciones realmente bien pensadas que aprovechan el nuevo hardware. El conjunto logra una consola que hay que tener en cuenta si no se desea un gran desembolso ni tampoco se busca la mayor calidad gráfica o comprar juegos físicos.
La caja de la Xbox Series S apuesta por una parte delantera con diseño minimalista, destacando los colores blanco y negro de la consola y el mando, que se muestran parcialmente. El único contraste lo hace una línea verde que recorre la parte inferior, una reminiscencia del color por el que siempre a apostado la compañía. Un color que está asociado a la tranquilidad, la calma o la paz. En el frontal también encontramos el logo de la compañía, nombre de modelo y algunas características como su SSD de 512 GB.
La parte trasera hace más hincapié en la gran cantidad de juegos disponibles, así como en sus características multi dispositivo o la suscripción al servicio Gamespass.
En el lateral se puede ver aún más desglosadas muchas de sus características. A la hora de abrir la caja, veremos que la Xbox Series S viene fuertemente protegida por cartones de embalaje. Y la consola en sí viene envuelta en espuma protectora. Desde el comienzo, un folleto de inicio rápido nos presenta los puertos de la consola, como descargar la app de Xbox asociada y como cargar el mando.
El contenido de la caja lo componen:
La Xbox Series S destaca nada más sacarla de la caja por sus reducidas dimensiones, que son de solo 65 x 151 x 275 mm y un peso de 1,92 kg. Una consola no suele transportarse mucho, pero en este caso, si se desea, facilita mucho la labor. Una de las principales causante de la reducción de tamaño es la ausencia del lector óptico de discos. Algo que no parece haber afectado demasiado al tamaño de la PS5 sin lector.
Los principales colores de esta Xbox Series S son el blanco y el negro, predominando sobre todo el blanco. El factor de forma es rectangular. La zona superior de la consola cuenta con un gran rejilla perforada de color negro y forma redondeada por donde disipar la mayor parte del calor. En la esquina superior izquierda encontramos serigrafiado el nombre y logo de la marca.
En la parte frontal tenemos de izquierda a derecha un puerto USB 3.1, un botón para sincronizar los mandos de consolas Xbox anteriores y, en la esquina superior derecha, tenemos el botón de encendido con forma del logo circular de Xbox. Este logo se ilumina en blanco cuando la consola está encendida. Minimalista pero bonito.
Los dos laterales de la consola cuentan con multitud de agujeros para facilitar la ventilación. La diferencia entre uno y otro lateral radica en que, el lateral izquierdo cuenta con 4 patas de goma antideslizantes. Por si deseamos colocar la consola en vertical.
La parte posterior de la Xbox Series S cuenta con una etiqueta con diferentes datos de certificaciones y el número de serie. Bajo ella y de izquierda a derecha encontramos los siguientes puertos: puerto Ethernet, dos USB 3.1 Gen 1, una salida HDMI 2.1, el puerto para la tarjeta de almacenamiento externa, el conector para el adaptador de corriente y un puerto de bloqueo Kensignton para prevenir robos.
Por último, la parte inferior de la consola cuenta con las habituales 4 patas antideslizantes de goma en los extremos y una zona de ventilación adicional con agujeros.
En general, un diseño sencillo pero elegante y en el que se da la importancia debida a la ventilación. Es curioso como se incluyen 3 puerto USB pero ninguno microUSB C, que se está convirtiendo en el estándar y nunca se sabe cuando hará falta para algún periférico.
Encontramos un mando que sigue la línea de los mandos anteriores de Xbox, y es el mismo mando que podemos encontrar en Xbox Series X. La diferencia es que en Xbox Series S el mando es de color blanco para ir a juego, y en Series X es negro para ir también en consonancia con su color.
Para quienes no hayan sostenido un mando de Xbox, estos suelen ser algo pesados y voluminosos. En este último aspecto, con cada versión han ido reduciendo el tamaño hasta llegar a este modelo. Es el más pequeño desde el de la primera Xbox.
Otro aspecto que se han mantenido casi inalterado es la situación de los botones. A diferencia de los Dualshock, el joystick izquierdo esta arriba y la cruceta direccional abajo. En esta versión, la cruceta se ha mejorado y en lugar de ser una cruz normal, han formado una superficie circular híbrida. Algo que ayudará en las pulsaciones diagonales, muy usadas en juegos de lucha.
El joystick derecho y los botones de acción se mantienen sin cambios evidentes. En la parte central también se mantienen los botones de Menú y Vista, junto con el botón de encender el mando y la consola. La nueva incorporación es la de un botón extra llamado Share o Compartir que, al igual que en Playstation y Switch, sirve para hacer y compartir capturas de nuestros juegos.
En el borde delantero se encuentran los 4 gatillos, que apenas han sufrido modificaciones. Sin embargo, se ha incluido una rugosidad en estos parar evitar que los dedos puedan resbalar. Entre los gatillos, está el botón de sincronizar el mando y el puerto microUSB C. Mediante este puerto, se puede conectar el mando por cable y mientras tanto no se gastarán las pilas.
La parte trasera del mando de Xbox Series S también cuenta en esta ocasión con un diseño rugoso y una factor de forma que facilita el reposo en los dedos que lo sostienen. Esta zona sigue contando con la tapa para introducir las dos pilas AA necesarias para su funcionamiento. Se puede comprar una batería por separado.
En el borde inferior del mando encontramos el puerto Jack de 3,5 mm para conectar auriculares y un puerto propietario para conectar un mini teclado, auriculares oficiales u otros periféricos.
Es un mando casi perfecto. Lo que le ha faltado es más innovación como el Dualsense de Ps5. Quizás luego hay opciones que no se usan siempre, pero al menos se pegan grandes saltos en busca de innovar. No siempre basta con una pequeña evolución.
Una vez encendida la consola, nos dará la opción de facilitar la configuración inicial mediante el uso de la app Xbox. Podremos omitir esto y configurarla manualmente o haciendo uso de la app. En el caso de hacer uso de la app, se nos facilitan algunos pasos como la conexión a la red Wi-Fi y gestión de nuestro usuario. Obviamente para ello, si deberemos haber configurado previamente la app de Xbox.
Desde la configuración mediante la app podremos también actualizar la consola y elegir los juegos o apps que queramos que se instalen desde el principio.
Una vez configurada la consola, podremos jugar a los juegos remotamente desde el smartphone o tablet, podremos recibir las capturas de pantalla en la app, hacer compras de juegos desde la tienda o incluso agregar y chatear con amigos.
La Xbox Series S usa un procesador AMD Ryzen Zen 2 personalizado de 7 nanómetros. El mismo procesador que vemos en su hermana mayor pero corriendo a 3,6 GHz en vez de a 3,8 GHz. No hay mucha diferencia y eso facilita la labor a los desarrolladores.
Sin embargo, si que se empiezan a notar diferencias evidente en la GPU también de AMD personalizada con arquitectura RDNA 2 y 4 TFLOPS. Tiene 20 unidades de cálculo a 1,565 GHz y una memoria GDDR6 de 10 GB con un bus de 128 bits. De esta memoria, 8 GB tienen una tasa de transferencia de 224 GB/s y los 2 restante solo 56 GB/s.
El SSD NVMe que se incluye es de solo 512 GB de almacenamiento. Tras configurar la consola y entrar a sus ajustes pudimos comprobar que al usuario final solo le quedan 364 GB usables. Muy poco espacio si somos de tener varios juegos y apps instalados. Algunos juegos incluso se acercan o sobrepasan los 100 GB.
Siempre queda la opción de usar almacenamiento externo, aunque depende de cual, perderemos o no velocidad. El SSD de serie tiene transferencias de 2,4 GB/s sin comprimir y 4,8 GB/s comprimidos. Los mismos que Series X pero la mitad que PS5. Siempre se puede optar por las tarjetas de expansión de 1 TB. Pero solo se venden de la marca Seagate y a 249,99€. Un precio algo descompensado.
Gracias a ser un edición digital sin unidad óptica, aspectos como el ruido se han visto beneficiado de ello. En nuestras pruebas con la Xbox Series S hemos podido comprobar como casi nunca sobrepasa los 40 dB. En reposo se mantiene el ruido en torno a 36,6 dB y jugando a juegos como Forza Horizon 4 sube hasta los 40,3 dB. Esto lo hace una consola bastante silenciosa, algo que siempre se agradece para los momentos en los que hay menos ruidos en los juegos.
Teniendo en cuenta el calor desprendido por la GPU junto con la CPU, de la cual no se ha recortado prácticamente su potencia, es sorprendente la buena temperatura que mantiene la Xbox Series S y lo eficaz de su disipación. Hay que valorar también la temperatura ambiente, en invierno es de esperar que bajen unos grados los números.
Aunque la consola tiene soporte para Wi-Fi 802.11ac de doble banda y Bluetooth 5.0, es curioso como no se le ha añadido Wi-Fi 6 que será un estándar en los siguientes años. Por otro lado, es una pena que pese a incluir Bluetooth, no sea nativo y no se puedan conectar la mayoría de auriculares inalámbricos, por considerar que tienen mucha latencia.
Como es habitual, la interfaz esta diseñada por segmentos a medida que bajamos. Cada segmento está compuesto por una cuadrícula con iconos cuadrados o rectangulares que se resaltan al pasar sobre ellos.
El primer segmento es el Home, arriba está nuestro usuario y la hora. La zona inferior está compuesto por dos filas. La primera fila cuenta con las aplicaciones más recientemente usadas. No importa si son juegos, apps o menús de ajustes.
La segunda fila es la de Destacados, y muestra noticias, juegos nuevos y cosas que pueden interesar al usuario. Al inicio de esta fila hay una caja desde la que acceder a los juegos y aplicaciones instalados.
Los siguiente segmentos pueden variar con el tiempo o según nuestro uso. Sin embargo, uno de los primeros segmentos siempre será el del Gamepass. Se nota como Microsoft quiere darle visibilidad a su servicio de suscripción. Si lo tenemos activo podremos ver los juegos destacados que podemos descargar para jugar actualmente. También podremos buscar alguno que deseemos.
El siguiente segmento es la Microsoft Store, desde la que podremos comprar los juegos, apps, buscar las ofertas, recompensas o descargar demos. Se nos avisa siempre de los juegos que están para comprar o para jugar desde el Gamepass, que son la mayoría. La navegación por la tienda como por la del Gamepass es rápida y fluida, y muestra tráiler de cada juego al esperar unos segundos sobre su caratula.
Si seguimos bajando por los segmentos, encontramos otros como Eventos, Actualizaciones de la comunidad o Aplicaciones sugeridas. En cualquier momento podremos personalizar estos segmentos o agregar alguno que deseemos.
Si pulsamos el icono de Xbox en el mando en cualquier momento con la consola encendida, abrimos la Guía de Xbox. Ello nos abre una ventana lateral con múltiples pestañas. Podremos ver los juegos abiertos en segundo plano, los amigos conectados, los chats disponibles o ver y gestionar los logros de los juegos. Debajo encontramos unos accesos rápidos a las Notificaciones, Gamepass, Microsoft Store, Búsqueda o ajustes de Audio.
La configuración es el apartado menos visible, pero no por ello el menos importante. Se divide en varios apartados con cuadrículas, muy similar al de Windows 10. Encontramos los apartados: General, Cuenta, Dispositivos, Sistema, Preferencias y Accesibilidad. En ellos se recogen todos y cada uno de los ajustes más importantes y que no pueden faltar en la consola. Como siempre, es interesante hacer un recorrido por ellos tras comprar la consola.
La interfaz de la Xbox Series S es la misma que de Series X, y aún así, moverse por ella es una delicia. En todo momento funciona de manera rápida y fluida. Todo está accesible y a la vista, de fácil acceso. Quizás es cierto que, en ocasiones, se rellena demasiado la pantalla y no hay pantallas más minimalistas como un escritorio con un fondo favorito. En este caso, es algo subjetivo y cuestión de gustos.
Entre las características donde destaca la Xbox Series S, antes hemos de la resolución 1.440p que se pretende alcanzar para casi todos sus juegos. Otro aspecto es la tasa de fotogramas por segundos. Si se dispone de una pantalla o monitor compatible con esa tasa y con el puerto HDMI 2.1, se podrá jugar a muchos juegos a 60 fps o incluso 120 fps.
Otro de los puntos fuertes de esta consola es el Quick Resume. Esta tecnología permite salir de un juego y entrar a otro, para luego volver al juego anterior por el mismo punto donde se quedó. Lo genial de esta tecnología es que se puede hacer con varios juegos simultáneamente, incluso apagando la consola o desconectándola de la corriente.
La retrocompatibilidad es uno de los aspecto más llamativos. Podremos jugar a cualquier juego de Xbox One, a muchos de Xbox 360 y a algunos de la primera Xbox. Ello es un aliciente para quien quiera jugar a algún juego que no pudo jugar en su época o quiere revisitarlo. El único problema de esta Xbox Series S con respecto a la Series X, es que al no tener lector, solo se puede hacer con los juegos en formato digital. No con los que conservemos por casa.
La otra innovación en esta consola y que no esta presente anteriormente es, la ya nombrada, opción de capturar pantallazos de nuestras partidas para luego poder compartirlo en redes sociales o con nuestros amigos.
Hay que reconocer que con el servicio Gamepass, cualquier usuario de Xbox Series S tiene una gran cantidad de juegos de los que disfrutar hasta aburrirse. Y en estos últimos 8 meses han salido muchos juegos multiplataforma como Resident Evil: Village y Assassin’s Creed Valhalla. ¿Pero que pasa si uno quiere probar juegos nuevos y exclusivos? Ese es uno de los puntos débiles de las consolas de nueva generación de Microsoft.
Es cierto que no quisieron dejar atrás a los propietarios de Xbox One, pero es algo que PS4 no ha hecho y se han lanzado varios exclusivos para PS5. Meses antes de la salida de estas consolas se anunciaron juegos como Halo: Infinite, Fable, The Medium, Avowed, etc.
De todos estos juegos solo The Medium salió a la venta, Microsoft Flight Simulator está cerca de lanzarse en un par de semanas y juegos como Shredders, Scorn o Forza Horizon 5 están fechados para 2021. El resto tiene fecha para 2022, y algunos como Fable, Avowed o Hellblade 2 no tienen siquiera fecha de salida. El panorama es algo desolador, pero poco a poco irá cogiendo ritmo y entonces la cosa cambiará. La compra de Bethesda es un caballo ganador.
Cambiando de tema, es una suerte lo bien optimizado que suelen estar los juegos para Xbox Series S y la posibilidad que ofrece de jugar a juegos recientes o futuros aunque sea con recortes, como Flight Simulator. Es cierto que, al igual que en algunas consolas intergeneracionales o las de nueva generación, se está poniendo de modo el elegir modos gráficos en ajustes de opciones.
Los juegos con gráficos más realistas suelen tener en opciones un modo gráfico con más detalles y 30 fps, o modo rendimiento, con menos detalles pero a 60 fps. Es una norma que se está imponiendo, y obviamente, mejor eso que obligarnos a un modo único del que no todos estén contentos.
La Xbox Series S en conjunto es una gran consola y una gran apuesta de Microsoft. Obviamente no estamos hablando de una consola para todos los públicos o los más sibaritas. Pero hay que reconocer que por su precio y el hardware que tiene, consigue más de lo que uno esperaría de ella.
Tiene puntos muy destacables como su compacto diseño o su buen mando. El hardware no es el más potente pero rinde bien, no hace ruido y se calienta poco. Además, hay que reconocer que la interfaz y el sistema funciona como un tiro, tanto al encender y apagarse como en los menús.
Aunque los juegos se rendericen como máximo a 1.440p, hay funciones muy interesantes como los 120 fps, el Quick resumen o la gran retrocompatibilidad con los juegos de Xbox anteriores. De igual modo se agradece poder usar los mandos entre consolas, un aspecto en el que Playstation sigue estrellándose estrepitosamente.
Echa un vistazo a Xbox Series X vs Playstation 5 | Comparativa de nueva generación
En cuanto a los puntos más negativos, hay que reconocer que los 364 GB de almacenamiento con los que al final se queda el sistema son muy escasos. Por otra parte, aunque tanto el mando como la interfaz han evolucionado, no se nota un gran salto con respecto a los de Xbox One. Se echa en falta en la Xbox Series S un puerto microUSB C, Wi-Fi 6 y poder hacer uso de la conexión Bluetooth.
Los juegos exclusivo son un apartado bastante nefasto actualmente, pero se compensa con los hasta 1.000 juegos disponibles en el Gamepass. Un servicio que ofrece mucho por poco dinero. Casi siempre hay ofertas.
La Xbox Series S se puede encontrar por un precio recomendado de 299€. Es un precio realmente bueno si uno no busca lo último en gráficos 4K ni piensa llenar rápidamente el almacenamiento disponible. Por todo lo demás, hará disfrutar sin duda.
VENTAJAS | INCONVENIENTES |
+ Buen diseño y silenciosa. | – Han evolucionado pero no innovado. |
+ Gran rendimiento y fluidez a 1.440p. | – Poco almacenamiento y tarjeta de expansión cara. |
+ Quick Resume y retrocompatibilidad. | – Pocos juegos exclusivos. |
+ Gamepass barato por lo que ofrece. | – Sin microUSB C o Wi-Fi 6. |
El equipo de Profesional Review le otorga la medalla oro:
La Xbox Series S, pese a su menor hardware, sigue siendo capaz de mucho a costar de sacrificar algunos aspecto, pero conservando otros.
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