Tutoriales

De la tarjeta perforada al SSD: la historia de las unidades de almacenamiento

Las unidades de almacenamiento de un PC han visto una gran evolución en los últimos tiempos. En este artículo daremos un repaso completo a su historia a lo largo de las últimas décadas, el estado actual y las perspectivas de futuro. Conocer cómo eran las unidades de almacenamiento primitivas nos ayuda a entender en qué punto nos encontramos ahora, pues lo que encontramos desde hace más de un siglo comparte algunos principios de funcionamiento y concepto con las memorias actuales.

Si te interesa este viaje por la historia de las unidades de almacenamiento, no dudes en seguir leyendo. ¡Comenzamos!

Todo lo que llegó antes del disco duro mecánico

Está claro que los discos duros mecánicos o HDDs son la unidad de almacenamiento clave en este artículo, pues a pesar de ser bastante longevos su uso se extiende hasta la actualidad. Entonces, los tomamos como referencia para empezar hablando de todas las unidades que llegaron antes del HDD.

Tarjetas perforadas, el primer medio de almacenamiento

La primera forma de almacenar información fueron sin duda las tarjetas perforadas. Estas eran básicamente piezas de papel en las que encontrábamos una secuencia de perforaciones en distintas posiciones de la misma. Entonces, la forma de leer la información se basa en la presencia o ausencia de agujeros en las distintas posiciones de la cartulina. Hay que tener en cuenta que ya se usaban en el siglo XIX para controlar los telares, y a mediados del siglo XX se empezaron a usar en ordenadores.

Está claro que su funcionamiento es bastante intuitivo pues se puede adecuar a cómo trabaja un ordenador actual, y es que cada una de esas posiciones se entiende como un bit, en el que según haya o no una perforación tendremos el valor 0 o el valor 1. De esta forma se formaban mensajes y conjuntos de datos completos, y se hacían programas enteros.

Equipo IBM 29 con tarjetas perforadas

Luego, el ordenador se encargaba de la lectura de esa tarjeta. ¿De qué manera? Pues también es muy sencillo, básicamente hay que recorrer la tarjeta de una forma determinada (por filas o por columnas) y leer la información, para esto último había dos alternativas:

  • De forma mecánica. Al pasar por una zona perforada, se conseguía hacer un contacto eléctrico, la señal generada correspondería a un bit 1. Y cuando se pasase por una zona no perforada no habría ningún contacto eléctrico, así que sería un bit 0.
  • De forma fotoeléctrica. Esto es también muy fácil de entender: en un lado, se sitúa un emisor de luz, y en el otro un receptor. Entonces, cuando hay una perforación el receptor detecta la luz ya que esta puede pasar libremente. Sería un bit 1. En cambio, si no hay perforación la cartulina bloquea el paso de la luz así que el receptor no tendrá ninguna señal. Sería un bit 0.

Para finalizar con estas interesantes unidades de almacenamiento, destacamos que nunca hubo un claro estándar de este tipo de tarjetas, sino que cada fabricante lo hacía a su manera. Uno de los modelos más conocidos fue la IBM 5081, que incluso otros vendedores de tarjetas replicaron. También queremos destacar que, aunque evidentemente sean un medio muy obsoleto, todavía se han utilizado en los últimos años en una aplicación muy concreta: máquinas de voto electrónico donde este se determinaba mediante una perforación.

Cantidad de información que podía llegar a almacenar una tarjeta común (por ejemplo): 80 bytes. Como decimos hay varios tipos, depende de cada caso.

Tambor magnético o memoria de tambor

Inventado en 1932 pero con un gran uso en la década de los 50 y los 60, estamos ante el primer tipo de memoria magnética que repasaremos en este artículo sobre las unidades de almacenamiento. Os vamos a hablar mucho de memorias que usan el magnetismo para guardar la información, así que por ahora únicamente nos vamos a centrar en la forma de estos tambores.

Básicamente, el tambor tiene diversas pistas situadas alrededor de su circunferencia, tal y como podemos ver en la imagen de arriba, y este gira, de forma que unos cabezales se mueven entre las pistas y localizan la correcta, donde en algún punto el eje rotatorio del tambor llegará a la posición que se quiere leer o escribir.

Esto es increíblemente parecido a los discos duros que conocemos ‘de toda la vida’, así que sigue leyendo el artículo porque empezarás a entender mejor este tipo de tecnologías de almacenamiento.

Destacar finalmente que la primera memoria de tambor, la inventada en 1932, tenía una capacidad de unos 62.5 KB. Sin embargo, en el primer ordenador donde se implementó (1942) almacenaba 3000 bits, y en el primer ordenador producido en masa (IBM 650) unos 8.5KB.

El tubo Williams-Kilburn, la primera RAM

Continuamos para hablar de la que fue la primera forma de memoria RAM (de acceso aleatorio), aparecida en 1947. La forma de funcionar de este dispositivo, que al ser volátil quizás no deberíamos llamarlo unidad de almacenamiento, se basaba en los tubos de rayos catódicos que se empleaban para los televisores y pantallas de entonces. ¿Cómo exactamente? Pues muy sencillo: se producía una matriz de puntos en el tubo, como si efectivamente fuese una pantalla, creando una carga de electricidad estática en cada punto. Entonces se podía leer cada una de las localizaciones de esa pantalla, y comprobar si había contacto eléctrico, identificando el valor del bit.

Al igual que en los tipos de memoria anteriores, todo se está basando en una matriz de bits física, donde hay unas localizaciones concretas que pueden tener o no una carga eléctrica, interpretando un valor 0 o 1 según cuál sea la lectura. La verdad es que, de una forma u otra y salvando las distancias, es básicamente en lo que se sigue basando la informática con la única diferencia de la miniaturización, sofisticación y maximización de capacidad y rendimiento que vemos en nuestros días.

Este tipo de tubos podía llegar a almacenar entre 1KiB y 2.5KiB de datos aproximadamente, y la volatilidad propia de la RAM viene del hecho de que si se le desconecta la alimentación eléctrica al tubo todos los rayos desaparecerán, algo que es más que evidente. Un reto está en el borrado de posiciones concretas, que se conseguía mediante el lanzamiento de otro rayo junto a la posición original.

La unidad de cinta magnética

La cinta magnética fue inventada en 1928, pero no comenzó a ser utilizada en ordenadores hasta 1951, con el equipo UNIVAC I, el primer ordenador comercial fabricado en Estados Unidos.

Este tipo de memoria funciona básicamente gracias a que las cintas de plástico están cubiertas de material magnético en el que, mediante la conversión de energía eléctrica, podemos grabar lo que correspondería a cada bit de datos, y luego leerlo de vuelta. Entre sus ventajas, tenemos su bajo coste, gran capacidad, y el hecho de que podemos almacenar las cintas fácilmente. Su mayor inconveniente está la vulnerabilidad a factores externos como la humedad o el polvo, que requieren tratar bien a las cintas, además de la dificultad de reescritura de los datos.

Podemos comparar estas unidades de almacenamiento con los casettes de toda la vida, que también son un tipo de cinta magnética, pero aquí la gran diferencia es que se utilizaban para almacenar señales analógicas, y no digitales, que es lo que buscamos en un ordenador.

Las cintas son unidades de almacenamiento que todavía se usan a día de hoy

Aunque pueda parecer bastante sorprendente, a día de hoy se sigue utilizando la cinta magnética como unidad de almacenamiento. Podemos encontrarla en algunas aplicaciones de servidores y centros de datos, donde su uso es específicamente para almacenar copias de seguridad. Se le considera un peldaño más bajo en la jerarquía que las unidades de almacenamiento normales como los discos duros.

¿Y por qué se sigue usando una tecnología así en nuestros días? El motivo es básicamente el coste por GB que tienen las cintas. Tomando como ejemplo una noticia del medio TechRadar, podemos conseguir cintas de 9TB de espacio nativo (que llegan a los 22.5TB comprimidas) por menos de 60 dólares, esto es un cuarto del precio de un HDD equivalente y 12 veces menos que un SSD (os hablaremos de estas unidades luego, pero básicamente son las que se usan ahora). Estamos hablando de costes por TB de alrededor de 6 dólares.

Además, los rendimientos que se pueden alcanzar superan los 300MB/s, algo que está por delante de un HDD tradicional aunque por detrás de los modernos SSD. Otra ventaja adicional es la gran durabilidad de los datos, pues podremos tenerlos archivados durante 30 años. ¿Cuál es el único problema que conllevan? El precio de los propios dispositivos destinados a la lectura y escritura de información, que pueden llegar a irse por encima de los 2000 dólares.

Memoria de núcleos magnéticos

Después de este breve inciso en la actualidad, seguimos avanzando y llegamos a 1951 con el núcleo magnético, una memoria que se mantuvo en uso predominante desde 1955 hasta 1975, e incluso a principios de los 2000 podía llegar a verse en algún tipo de dispositivo.

Volvemos a hablar de una memoria de acceso aleatorio (memoria RAM) más que de una unidad de almacenamiento, pero por su relevancia lo incluimos en esta guía. Además su funcionamiento es bastante sencillo, y se basa en el uso de distintos toroides magnéticos (como los núcleos de los transformadores), y el aprovechamiento del concepto de histéresis magnética para que se pueda almacenar un «bit» en cada toroide.

La histéresis es un fenómeno muy estudiado, y que consiste básicamente en que hay diversos materiales que «recuerdan» el efecto de aplicarles un campo magnético, precisamente así se pueden imantar y desimantar algunos materiales. Aquí estaríamos aprovechando eso para el almacenamiento de memoria.

Podemos pensar, por ejemplo, en una memoria de 32 x 32 toroides, lo que serían 1024 bits o 128 bytes de datos. Evidentemente estamos hablando de una memoria mucho menos capaz que la cinta, pero aquí contamos con la ventaja del acceso aleatorio.

Ahora sí, el HDD

Seguimos con las memorias que aprovechan de algún modo el magnetismo para hablaros de los discos mecánicos o HDD, que son absolutamente fundamentales en la informática. Es lo que todos conocemos como disco duro.

La invención del disco duro se dio en 1956, por parte de IBM, y empezaron a generalizarse a partir de los 60. Durante varias décadas, estas unidades han visto grandes incrementos en su capacidad y densidad, lo que ha permitido una reducción drástica del coste por GB de la tecnología.

Por ejemplo, en los 80 conseguir aúnar 1GB en HDDs supondría entre 100.000 y 1.000.000$, mientras que en 2010 este coste se situaría en apenas 0.10$. En la actualidad esta evolución se está estancando ligeramente, y como veremos después los HDD son cada vez menos relevantes en equipos domésticos, pero desde luego siguen a la orden del día en todo tipo de equipos y servidores, sobre todo de cara al almacenamiento masivo.

También ha habido cambios tremendos en su tamaño, tan solo hace falta comparar uno de los primeros HDDs con cualquier modelo actual de 2.5 pulgadas.

La manera de funcionar de un HDD la detallamos muy a fondo en nuestra guía sobre el disco duro, pero a grosso modo es la siguiente: el disco duro cuenta con un plato giratorio que está cubierto de material magnético, y un cabezal que se mueve a lo largo de dicho plato, y se encarga de escribir bits 0 y 1 en pequeñas regiones del mismo.

Ahora, la clave es, ¿cuál es el resultado de esta escritura? Como son unidades de almacenamiento magnéticas, lo que se hace es magnetizar la pequeña región del plato con un polo norte o sur, que se recuerda mediante histéresis, permitiendo leer la información de vuelta.

Este es el mismo principio de funcionamiento que el de la cinta magnética, solo que con la evidente diferencia de que en la cinta vamos escribiendo los datos a lo largo de, valga la redundancia, una cinta. En cambio en un HDD será sobre un plato comparativamente mucho más pequeño.

Yendo más allá de los discos duros mecánicos

Seguimos nuestra travesía por la historia de las unidades de almacenamiento para ver varios tipos de unidades externas que han marcado las últimas décadas.

Unidades floppy y disquetes

Pasamos ahora a unas unidades de almacenamiento que son totalmente míticas, los floppy disk, que comunmente reciben la denominación de disquete o disquette. Aquí estamos hablando también de una tecnología de disco magnético, pero con la peculiaridad fundamental de tener un formato portátil. Sí, tiene esa forma tan característica en la que se basan los iconos de guardar.Estamos básicamente ante un pequeño disco magnético, cuyo tamaño más común son las 3.5 pulgadas, que está encapsulado y protegido en una carcasa de plástico. Se desarrollaron en los 60, pero no fue hasta la década siguiente cuando empezaron a generalizarse poco a poco. A finales de los 80 empezábamos a ver unidades de 1.44MB, una capacidad elevada para la época.

Para operar, se empleaban disqueteras o lectores FDD, que eran los que contenían el motor y los cabezales para efectuar las lecturas y escrituras. Así, estamos ante algo muy similar a un HDD, pero donde tener estas piezas en medios externos nos permiten usarlos de forma portátil.

La tecnología aceleró su caída al desuso muy rápidamente a partir de principios de los 2000, pues está claro que su capacidad más habitual de 1.44MB empezó a volverse extremadamente corta. Y es que para instalar Windows 95 hacían falta 13 disquetes de 1.68MB, lo que son aproximadamente 20MB, mientras que Windows 98 y XP ya necesitaban cantidades de memoria sustancialmente superiores.

Por eso, ya no se usan discos floppy en prácticamente ningún sitio. Las únicas excepciones que podemos mencionar son aplicaciones muy concretas que han quedado obsoletas, como por ejemplo para actualizar algunos modelos de aviones Boeing 747.

Discos compactos (CDs)

Desarrollados en 1982 por Sony y Philips, todos conocemos claramente los CDs, que formaron una parte importante de las vidas digitales de millones de personas. Hoy en día están cayendo lentamente en el desuso, ante la aparición de otras formas de almacenamiento muchísimo más cómodas, aunque desde luego todavía no están muertos ni mucho menos.

Esta fue la primera forma de almacenamiento óptico altamente portátil, con una capacidad de almacenamiento que alcanzó los 700 megabytes u 80 minutos de audio.

La forma de leer la información es básicamente mediante un láser de luz infrarroja, donde el reflejo será distinto en función de las fosas y tierras que se encuentren, pues básicamente la información se representa mediante huecos minúsculos cuya diferencia de altura provocan esta diferencia al reflejar la luz. Los bits de 0 y 1 se obtienen mediante la siguiente interpretación:

  • Si no hay un cambio de fosa a tierra o viceversa, se entiende como un bit 0 (si la altura es la misma entre una posición y otra).
  • En cuanto haya un paso de fosa a tierra o de tierra a fosa, y por consiguiente se detecte esta diferencia de altura, se interpreta como un bit 1.

El DVD, disco de vídeo digital o disco versátil digital

Los discos ópticos vieron una gran serie de evoluciones desde la llegada de los primeros CD, como son los CD-RW o CD regrabables. Donde haremos un inciso es en el DVD (Digital Video Disc), inventado en el año 1995. Estamos ante un tipo de unidad con las mismas dimensiones que un CD pero con más capacidad de almacenamiento, siendo lo más comunes de 4.7GB (un lado y una capa de datos, pero puede llegar hasta 17GB).

La gran clave del DVD está en el tipo de luz usada para su escritura, de 650 nanómetros de longitud de onda, por lo que hablamos de una luz roja en vez de la infrarroja de los CD. Lo que esto nos permite es tener fosas y tierras mucho más pequeñas, pudiendo dejar un número de bits muy superior en el disco.

Aparece la memoria flash

La memoria flash fue inventada por Toshiba en 1980, pero apareció por primera vez comercialmente en 1987, en forma de EPROMs, un tipo de memorias programables de solo lectura. Estas son muy interesantes para su uso en circuitos y todavía podemos encontrarlas hoy en día, pero lo que a nosotros nos interesa es la flash NAND. Esta supuso toda una revolución que llega a nuestros días, y sin duda es la que más nos va a interesar en forma de la tarjeta SD y los pendrives.

La tarjeta SD

Esta fue la primera SD de 1GB, de Sandisk… se lanzó en 2004 por 499.99$, ¡cuando hoy en día encontramos 128GB por apenas 20 euros!

Uno de los primeros tipos de memoria flash comercialmente disponibles fue la tarjeta SD. Introducida en 1999 por una unión de SanDisk, Panasonic y Toshiba, su relevancia llega hasta nuestros días, donde casi todos usamos una en algún dispositivo, como puede ser un teléfono móvil, cámara de fotos, etc.

Debemos tener en cuenta que este tipo de unidades de almacenamiento no fueron las pioneras en su segmento de tarjetas de memoria flash compactas, y desde luego ni siquiera a día de hoy son las únicas que podemos encontrar.

Por ejemplo, 2 años antes de la aparición de la tarjeta SD se inventó el MMC o MultiMediaCard, o el Memory Stick de Intel lanzado justo el año anterior. Desde luego, todas estas unidades de almacenamiento tuvieron lanzamientos en momentos similares a la tarjeta SD, así que por eso nos quedamos con la más relevante de nuestros días. Incluso podemos irnos más atrás y hablar de la CompactFlash de 1994 que todavía se usa en nuestros días, pero desde luego no con la increíble relevancia de la tarjeta SD.

SD son las siglas de Secure Digital, y precisamente la seguridad fue una de sus grandes ventajas, permitiendo proteger los contenidos almacenados ante lecturas o escrituras no autorizadas, empleando DRM, o protegerlas con contraseña. Pero desde luego la clave de su éxito está en el formato compacto, que junto con una capacidad y velocidad constantemente crecientes y un bajo coste la han convertido en un medio tan exitoso.

No debemos olvidarnos tampoco de su variante más importante, la microSD, que tiene una adopción igual de grande o incluso superior.

Los primeros pendrives y memorias USB también llegaban en 1999

La invención del pendrive USB también se dio en 1999, consistiendo en la aparición de una patente para la «arquitectura de una unidad de almacenamiento flash para PC basada en el Universal Serial Bus (USB)». Presentada por 3 ingenieros de la compañía israelí M-Systems, pionera en las unidades flash y adquirida luego por SanDisk, no está claro si realmente fueron ellos los inventores, pues se llegó a una importante disputa de patentes con otras empresas como IBM.

En todo caso, lo que sí está claro es que la primera compañía en vender un pendrive fue la singapurense Trek 2000 International, y lo hizo en el año 2000. Ya en 2002, las memorias USB llevaban la interfaz USB 2.0, que seguimos viendo en nuestros días, e Intel empezó a incluir conectores USB en sus portátiles dando inicio a la gran expansión de estas excelentes memorias.

Estamos ante un tipo más de memoria flash, cuya construcción típica se basa en una conexión USB soldada a un circuito integrado cuyos componentes más comunes son:

  • Controladora, como es habitual en las memorias flash, y que gestiona todas las lecturas y salidas a los chips de memoria.
  • Los chips de memoria en sí, de tipo NAND.
  • Oscilador de cristal, que produce la señal de reloj usada por el dispositivo para funcionar.
  • Otros componentes como pueden ser LEDs, interruptores para permitir o bloquear la escritura de datos, etc.

Todos conocemos las grandes ventajas de este tipo de memoria, consistentes en su cómodo formato, con el que podremos transportar grandes cantidades de información en un espacio pequeño, en ocasiones pequeñísimo, que podemos transportar a cualquier lado. Al formato se le añaden las posibilidades de uso, pues encontramos USB en todas partes, y mediante la elección del sistema de archivos correcto también podremos almacenar todo tipo de ficheros. Su rendimiento no es mejor que otras memorias flash, pero desde luego se pueden encontrar pendrive altísimamente veloces.

El Blu-ray, potente pero poco exitoso

Seguimos por la senda de las unidades de almacenamiento ópticas, abandonando por un momento el capítulo de la memoria flash. En 2003 aparecía por primera vez el blu-ray, otra de estas unidades de almacenamiento que seguramente todos conozcamos, con la idea de suceder al DVD como el disco óptico más avanzado de todos, gracias a su capacidad de hasta 25GB de vídeo a 1080p en sus inicios, y que en la actualidad llega a los 3.3 terabytes.

Desarrollado por Sony, su gran secreto es la forma de lectura/escritura, que en vez de utilizar un láser infrarrojo hace uso de uno azul con una longitud de onda mucho más pequeña. Precisamente de ahí viene el nombre de Blu-ray.

Estas unidades, como vemos, son realmente capaces, pero no han conseguido el éxito deseado debido a numerosos problemas. Principalmente, el coste de los lectores (se salvaba gracias a que una PS3 tuviera compatibilidad, por ejemplo), y la gran competencia de la piratería o el streaming en pleno auge de las conexiones a Internet de banda ancha, entre muchas otras cosas.

Aún así, tenemos a día de hoy a muchos cinéfilos disfrutando de la gran calidad de imagen que deja este tipo de CD.

Discos de estado sólido (SSD), las unidades de almacenamiento más poderosas

Volvemos a la senda de las memorias flash NAND hablando de las unidades de estado sólido que encontramos en los ordenadores. Hay que tener en cuenta que con este término nos estamos refiriendo a un tipo de unidades de almacenamiento muy específico que encontramos en los ordenadores. Y es que cualquier memoria flash se denomina de estado sólido, esto es algo que hay que tener claro. Pero a nivel comercial el concepto de SSD significa algo distinto.

Quien cambia de un HDD a un SSD nota un cambio vertiginoso en la fluidez del equipo, gracias al uso de memorias flash.

El gran cambio de los HDD a los SSD no solo está en la velocidad de transferencia, que evidentemente es muy superior a la de los discos mecánicos, sino también en la latencia de acceso a los datos. Para acceder a un bloque en un HDD, el cabezal del disco debe moverse a la posición correcta y el plato giratorio debe pasar por él. Esto hace que el tiempo que se tarda hasta acceder a un dato sea relativamente alto.

En cambio, en un SSD la localización de la información es mucho más eficiente, simplemente su controladora debe acceder a la posición correcta del chip o chips de NAND, de forma muchísimo más rápida. Este es uno de los grandes motivos del éxito de los SSD sobre los HDD a la hora de usarlos en sistemas operativos.

Dentro de este apasionante mundo de los SSD, podemos distinguir dos tipos principales según qué interfaz de comunicación utilicen. Están los SSD SATA y los SSD NVMe, que como es evidente utilizan, respectivamente, las interfaces SATA y NVMe.

SSD SATA

Los primeros SSD que se lanzaron al mercado hacían uso de la interfaz SATA, que es exactamente la misma que empleaban y emplean los HDD mecánicos. Entonces, su máximo de rendimiento teórico era el mismo que estos (3Gbps o 6Gbps según la versión de SATA), pero evidentemente los HDD no eran capaces de alcanzarla. En el caso de los SSD sí, y con creces.

Actualmente seguimos encontrando SSD SATA como unidades muy extendidas en el mercado. Esto es lo esperable teniendo en cuenta que su precio es bueno, usan un tipo de conexión que está presente en cualquier placa base, y el rendimiento que dan es más que adecuado. Se venden en un formato de 2.5 pulgadas que es bastante más compacto que el de 3.5 pulgadas de los HDD normales, por lo que son muy finos y compactos.

SSD NVMe

El segundo tipo de SSD que solemos encontrar son los NVMe, que son unidades de almacenamiento poderosísimas en cuanto a velocidad. La clave está en pasar a usar la interfaz PCI Express para la transmisión de datos, que es la misma que usamos en tarjetas gráficas.

De hecho, una sola línea PCI Express soporta aproximadamente 1000MB/s de velocidad o 8 Gbps, frente a los 6 Gbps de SATA. Si la mayoría de SSD NVMe usan 4 líneas PCIe, estamos hablando de hasta 6 Gbps de SATA frente a los 32 Gbps de NVMe. Estas mayores capacidades que ofrecen las interfaces PCI Express y NVMe nos permite conseguir SSD muchísimo más rápidos.

Destacar que este tipo de SSD emplean el formato M.2 para su conexión, siendo mucho más pequeños que los de 2.5″ SATA, y tienen la forma de una pequeña tarjeta que cabe en la palma de la mano.

Una pequeña demostración de las diferencias de rendimiento entre un SSD SATA y uno NVMe:

La gran revolución de la nube en las unidades de almacenamiento

Aunque no sean unidades de almacenamiento de por sí, hemos de destacar muy claramente la gran revolución que ha supuesto el almacenamiento en la nube. Y es que el almacenamiento de datos en la red nos permite básicamente olvidarnos de muchas implicaciones de las unidades de almacenamiento, dependiendo únicamente de tener una conexión a Internet para poder usarlo, sin preocuparnos por tener a mano o no un dispositivo físico.

A esto se le suman también ventajas muy importantes como una escalabilidad en la capacidad que resulta más difícil con unidades físicas, la posibilidad de ahorrar muchos costes, y las opciones de redundancia y protección de datos que se nos plantean. Además de que se enmarca en un contexto en el que las velocidades de Internet están aumentando mucho, y por tanto vemos desaparecer la desventaja de tener que esperar a descargar o subir datos grandes a la red. Al momento de escribir este artículo la media global de velocidad de Internet en redes domésticas es de 100 Mbps de bajada y 50 Mbps de subida, según Ookla.

Estamos actualmente en un punto en el que podemos a llegar conseguir almacenamiento ilimitado o casi ilimitado de los principales proveedores de Internet, lo que dota a esta forma de almacenar datos de unas increíbles posibilidades, sumándole la comodidad y fiabilidad que también suponen.

Está claro que el punto débil está en que no podamos obtener el rendimiento de una implementación física y la exposición a fallos de seguridad, algo que tiene cualquier almacenamiento en red, pues al fin y al cabo estamos dejando nuestros datos en el «ordenador de otro«, en este caso de una empresa. No nos queda otra que confiar en la seguridad que ofrecen los proveedores, que por ahora han dado buenos resultados.

Conclusiones sobre las unidades de almacenamiento de ayer y hoy

Las unidades de almacenamiento han evolucionado de manera vertiginosa en las últimas décadas. Hemos pasado de almacenar apenas unos bits en tarjetas perforadas a llevar varios terabytes de máxima velocidad en la palma de la mano.

Hemos visto cómo la forma de almacenamiento más importante a lo largo de la historia ha tenido que ver con las unidades magnéticas de todo tipo: tambor, cinta, núcleo, disco duro, disquete, etc… Todas estas se basan en propiedades del magnetismo como la histéresis para leer y escribir la información deseada.

Otro de los tipos predominantes, sobre todo de cara a las últimas décadas, son las memorias flash, entre las que se encuentran los pendrive, tarjetas SD y unidades SSD, siendo estos últimos de lo más avanzado que podemos encontrar.

Finalmente, no podemos olvidarnos de las unidades ópticas como los CD y todos sus derivados, o incluso de la creciente influencia de la nube, que no es una unidad de almacenamiento de por sí pero tiene prácticamente la misma relevancia en la actualidad.

¡Esperamos que esta guía te haya resultado de ayuda para conocer algunas de las unidades de almacenamiento más importantes de los últimos años!

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