Tener una tarjeta gráfica integrada es lo más normal en buena parte de los ordenadores actuales. Pero… ¿hay alguna gráfica integrada en las placas base? En este artículo analizaremos dónde se suele localizar este componente, centrándonos en si hay o ha habido una GPU integrada en alguna placa base.
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El fundamento detrás de una tarjeta gráfica integrada, como su propio nombre indica, es que esta viene incluida en un chip o componente que no se dedica a los gráficos específicamente (ahora analizaremos dónde). Así, si contamos con una iGPU no tendremos por qué comprar una gráfica aparte para poder tener salida de vídeo por el monitor.
Entonces, cuando queramos sacar imagen por uno de estos equipos con gráficos integrados tendremos que conectar el monitor a una de las conexiones de vídeo de la placa base. Esto es básicamente lo que lleva a la pregunta central de este artículo.
Una gráfica dedicada o discreta, en cambio, será aquella que sí se compra y se conecta de manera específica para su propósito, y salvo que hablemos de equipos como los ordenadores portátiles también tendremos la libertad de elegir cuál queremos conectar al PC, a diferencia de los gráficos integrados. También suelen dar un mayor rendimiento, o al menos siempre se cumplirá que la GPU discreta más potente es mejor que la integrada más potente.
A día de hoy, todas las gráficas integradas de los equipos actuales se encuentran en el propio procesador. Específicamente, todos los equipos de plataforma doméstica la llevan en la CPU, estamos hablando de los procesadores más usados en portátiles y ordenadores de sobremesa (AMD Ryzen e Intel Core).
En concreto, lo que tendremos siempre será una región concreta del chip del procesador que contiene a toda la tarjeta gráfica integrada, tal y como te enseñamos en la foto de arriba, correspondiente a un i7-9700K.
En la actualidad también encontramos CPUs que no tienen ningún tipo de gráficos integrados. En esos casos tiene sentido pensar que la placa base podría albergar algún tipo de GPU, pero no se da el caso. En esas situaciones, simplemente las conexiones de vídeo de la placa base no tendrán ninguna función y será obligatorio comprar unos gráficos dedicados.
¿Qué CPUs actuales vienen así? Pues básicamente procesadores de escritorio, tanto en Intel como en AMD. Os ayudamos a identificarlos:
El motivo principal por el que se puede llegar a creer que la tarjeta gráfica está en la placa base es que en el pasado sí había algunas placas con una iGPU. Nos tendremos que remontar básicamente a hace más de 10 años para encontrar algunos ejemplos.
En concreto, nos tenemos que ir a placas base basadas en el chipset AMD AM2 o AM3, por ejemplo. Estos se corresponden a antes de 2010 por lo que efectivamente es una tendencia tremendamente antigua.
Hay que tener en cuenta también que todas estas placas se corresponden a una época previa a la aparición de las APU, que es básicamente cuando AMD empezó a emparejar algunos de sus mejores procesadores con gráficos integrados, una práctica que Intel ya tenía en marcha.
Una excepción muy importante a esta “regla” es el hecho de que actualmente podemos encontrar placas base para servidores con gráficos integrados.
Dentro de este contexto, actualmente podemos encontrar chips de gráficos integrados en algunas placas para AMD EPYC, Intel Xeon y otras series de CPU para servidores. Suelen estar dentro de un chip llamado IPMI (Intelligent Platform Management Interface), algo que tiene mucho sentido ya que en estos chips suele haber características dedicadas a manejar y monitorizar el servidor de forma independiente a su CPU, sistema operativo o BIOS.
Entonces, tiene sentido que en ese IPMI haya una pequeña parte destinada a gráficos integrados que nos permita mejorar el diagnóstico del servidor mediante una GPU. Un ejemplo es el ASPEED AST2500, que se comunica con el chipset (Xeon) o la CPU (Epyc) y cuenta con una conexión de vídeo analógica para sus gráficos integrados.
Está claro que no se puede hacer mucha cosa con ellos, pero sí lo suficiente como para darle un uso diagnóstico normal.
Tener una tarjeta gráfica integrada en la CPU da juego a Intel y AMD para dar opciones con distinta potencia gráfica, o sin ningún tipo de iGPU, favoreciendo así una creciente competencia para los usuarios interesados y reduciendo los costes para aquellos que no necesitan ninguna solución de este estilo. Así que, como usuarios, no tenemos ninguna queja de que las iGPU vengan en la CPU. Pero, ¿acaso no podrían usarse gráficas integradas básicas en las placas base para puro diagnóstico?
Tener una GPU extremadamente rudimentaria para poder (al menos) entrar en la BIOS y ver el sistema operativo, aunque sea tan mala que ni siquiera alcance la resolución 1080p, sería sin duda muy beneficioso para los usuarios. Nos permitiría manejar de manera básica un equipo cuya CPU no tenga integrada de manera temporal, diagnosticar cualquier problema que pueda venir de la gráfica discreta, o incluso darle un uso básico durante las primeras semanas, para luego comprar una GPU aparte.
También resolvería las dudas de muchos usuarios que compran una CPU sin gráficos integrados y se quedan atónitos al ver que no da imagen. Esto lo vemos ahora cada vez más, gracias a la popularización de los AMD Ryzen (solo los modelos terminados en G traen una iGPU) y los Intel Core terminados en F.
No están claros los motivos por los que no se ha dado una tendencia así en el mercado. Aunque se pueden especular varios motivos:
En general, parece que esta idea de incluir una iGPU básica en una placa base no tendría ningún éxito. Al fin y al cabo, para recurrir a una demasiado modesta los costes superarían a los potenciales beneficios, y recurrir a una usable canibalizaría la oferta ya existente de procesadores con gráficos integrados.
Una tarjeta gráfica integrada es un componente indispensable para muchos, ya que no siempre es necesaria la potencia de una GPU dedicada o discreta. ¿Pero están estas situadas en la placa base o en el propio procesador?
Eso es lo que hemos intentado responder a lo largo de este artículo, donde la clave es sin duda que hoy en día están situadas en la propia CPU de forma aplastantemente mayoritaria. Esto es lo que nos ha permitido una gran flexibilidad de opciones en los últimos años, pues podemos comprar desde CPU más baratas porque carecen de integrada hasta APU de AMD pensadas en dar un rendimiento gráfico decente con la iGPU, pasando por las más modestas pero también útiles integradas de las CPU Intel.
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Entonces, ¿por qué se ha considerado frecuentemente que la integrada estaba en la placa base? Básicamente se deben a resquicios del pasado, donde era posible encontrar una configuración del estilo. A lo largo del artículo hemos repasado algunas placas más antiguas con su propio procesador gráfico integrado.
Es obvio también que en un portátil puede haber una GPU soldada que irá en la propia placa base y no en una ranura o conexión externa, pero esto formaría parte de lo que es una gráfica dedicada ya que además lo más probable es que la propia CPU lleve su integrada. Finalmente, la excepción más notable está en algunas placas base para servidores, cuyo chip IPMI puede incluir una tarjeta gráfica con funcionalidad básica.
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