Hoy vamos a abordar las claves a tener en cuenta a la hora de editar fotos en Photoshop de forma rápida y sencilla. Este es un tutorial básico que pretende orientaros en las bases referentes a qué parámetros son mejores dependiendo del destino final de nuestra imagen y el medio de difusión. ¡Vamos allá!
Índice de contenidos
Un programa como Adobe Photoshop abarca gran cantidad de parámetros que conocer y dominar para sacarle el máximo partido. No obstante, también es cierto que su uso no necesariamente se limita a profesionales. Con unos conocimientos básicos podemos retocar fotografías en cuestiones esenciales como resolución, color o dimensiones.
Esta es una de las primeras cuestiones que debemos establecer incluso antes de empezar a editar. El modo de color viene definido principalmente por el medio de difusión final al que está destinado nuestro proyecto. Básicamente, todo lo que implique impresión física exige CMYK, mientras que cualquier soporte digital, tanto para imágenes como vídeo, debe ser RGB.
A este respecto tenemos un tutorial muy completo que podéis consultar e incluye detalles como tipos de impresión, perfiles de color digital y calibración de pantalla. Podéis consultarlo aquí: RGB vs CMYK: Todas las nociones que debes saber.
Aunque en vuestro monitor podáis visualizar las fotos a gran tamaño esto no necesariamente implica que sus dimensiones sean idénticas en la realidad o que tengan la resolución adecuada. Aquí nos interesará dirigirnos a Imagen > Tamaño de imagen (Alt+ Ctrl + Q) / Tamaño de lienzo (Alt + Ctrl + C). Esencialmente y al igual que ocurre con los modos de color, encontramos:
Este es un aspecto que varía según el destino de la imagen. Si queremos realizar impresiones, lo más común es una resolución de 300 píxeles, mientras que para web y multimedia lo recomendado varía entre 72 o 90px. El contenido digital tiende a priorizar el bajo peso por encima de todo, por lo que el desafío se encuentra en mantener unas dimensiones adecuadas (1080p, 4K o lo que necesitemos) sin sacrificar calidad. En formato físico en cambio la cosa es algo más sencilla, dado que se entiende que a la hora de imprimir nuestros documentos serán del tamaño necesario y lo que interesa es conservar una correcta calidad de imagen sin que realmente importe el peso, especialmente en archivos de grandes dimensiones.
A la hora de preparar nuestros documentos, la forma más eficiente es escalarlos con el tamaño que vayan a presentar en el soporte final. No es lo mismo tener un archivo de 24cm cuadrados que después una vez maquetado se reducirá a 5cm. Generalmente sí es cierto que en caso de duda, guardemos nuestros documentos con unas dimensiones algo mayores a las orientativas para no quedarnos cortos y perder calidad en caso de necesitar expandirlas (siempre es preferible encoger que expandir una imagen). En web, plataformas como WordPress suelen tomar nuestra fotografía original (1080p por ejemplo) y replicarla en otros tres tamaños con unas dimensiones que podemos predefinir (pequeña, mediana y grande) para thumbnails, galerías o demás.
A la hora de establecer las dimensiones de lienzo lo más común es hacerlo en píxeles, pero también contamos con la posibilidad de cambiar el tipo de parámetro a centímetros o pulgadas (mucho más conveniente para archivos impresos). Imagen > Tamaño imagen suele ser suficiente para realizar la mayoría de ajustes y además nos permitirá establecer parámetros para remuestrear la imagen.
El remuestreo de imagen es útil si queremos previsualizar los efectos de cambiar las dimensiones en píxeles en pantalla o en pruebas de impresión a distintas resoluciones. Para ello tenemos las siguientes modalidades:
Dado que cada fotografía tiene una finalidad y medio diferente, en general los formatos de los archivos suelen variar en función de los mismos. Actualmente existe una gran variedad de ellos y muchos son intercambiables entre sí hasta cierta medida, de modo que nos centraremos en los más utilizados:
La profundidad de color está estrechamente relacionada con la cobertura de gama presente en el monitor así como los formatos en que podemos guardar nuestras fotografías y el modo de color. Dicha profundidad se mide en bits y nos indica cuántos de ellos están presentes en cada píxel de la imagen. A mayor el número, más cantidad de tonos que pueden representar por píxel, pero también más peso. Básicamente, los creativos se mueven dentro de los siguientes parámetros:
Relacionando todo esto con los formatos de los archivos, comprobamos que el JPEG soporta 16,7 millones de colores (24 bits) y es el más empleado (y adecuado) para las fotografías. PNG permite imágenes con color verdadero, escala de grises y paleta de 8 bits (256 colores por pixel) mientras que RAW Suele tener una mayor profundidad de color (36 o o incluso 48 bits) y se considera un formato orientado a profesionales, para el tratamiento posterior de las imágenes.
Este punto lo hemos añadido a la lista pero se diferencia notablemente de los demás con que su relevancia no depende tanto del software como del hardware. La pantalla es el medio por el que interactuamos con el mundo digital y por tanto la calidad y fidelidad de la misma entran en juego. Ya sea un monitor o un ordenador portátil, resulta una gran ventaja poder calibrar el panel con un colorímetro para así procurar que la diferencia cromática entre lo que vemos y el resultado real sea lo más pequeña posible. ¿Y qué nos interesa saber? En un primer momento los datos más importantes sobre un monitor son:
Teniendo en cuenta todo lo anterior, a la hora de calibrar tenemos dos alternativas dependiendo de si tenemos un colorímetro o no:
[irp]Photoshop es un software extremadamente completo, con una interfaz compleja que requiere un cierto grado de conocimientos antes de permirnos trabajar con soltura. No obstante, una vez conozcamos todos sus entresijos también implica que prácticamente la totalidad de la edición podría realizarse aquí.
Conocer los puntos de interés a la hora de lanzarnos a editar fotografía os proporcionará unas bases de criterio para saber qué enfoque es el más óptimo para vuestro trabajo ya sea en cuestiones de calidad, resolución, profundidad de color o perfiles.
Os recomendamos la lectura de: Mejores monitores del mercado.
Todo lo anterior siempre estará sujeto a nuestro hardware, motivo por el que (aunque sea ajeno a Photoshop), consideramos que el tipo de pantalla que utilicemos es también clave respecto a cómo percibimos el color y su fidelidad cromática real.
Hasta aquí llegaría nuestro tutorial sobre las claves para editar fotos en Photoshop. ¿Tenéis vosotros algún que otro consejo para compartir con los demás usuarios? ¿Qué tipo de monitor utilizáis? Contadnos vuestra experiencia en los comentarios.
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