Hoy vamos a tratar muy brevemente de las bondades y defectos una de las variaciones de esta refrigeración. Hablaremos del ventilador semi-pasivo: sus ventajas e inconvenientes.
No importa el tipo de configuración, o qué clase de equipo vayas a usar. Hagas lo que hagas con tu ordenador, va a necesitar refrigeración para funcionar correctamente. Entender cómo se refrigeran y qué podemos hacer para favorecer a la misma es clave para el correcto mantenimiento de nuestro equipo; pero es muy probable que (salvo que optemos por la refrigeración líquida) toda esta labor recaiga sobre la refrigeración por aire.
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¿Qué es un ventilador semi-pasivo?
Cuando hablamos de un ventilador semi-pasivo como medio de refrigeración, estamos haciendo referencia a aquellos disipadores (con sus respectivos ventiladores) que están programados para actuar sólo bajo ciertos umbrales de calor; mientras que, el resto del tiempo que esté el equipo activo, se mantienen a muy bajas rpm, o directamente quietos.
Este tipo de configuraciones son habituales entre los disipadores de componentes como nuestras tarjetas gráficas; ya que la mayoría del tiempo de uso de nuestro equipo no requieren de mantener un ventilador activo para disipar el calor generado. Este principio puede aplicarse a muchos otros componentes; pero siempre gira en torno a la misma idea: sólo activar los ventiladores cuando sea absolutamente necesario y mantenernos siempre en torno a estos márgenes preestablecidos.
El objetivo tras esta propuesta es sencillo: con menos piezas móviles en el equipo, este genera menos ruido; mientras que, si nos mantenemos en unos niveles aceptables, mejoramos su durabilidad (Aunque esto último es teórico y depende del escenario). En un escenario real, la efectividad de esta configuración depende de factores ajenos a ella, como los componentes a refrigerar, o la temperatura ambiente.
Cómo consiguen este resultado
Para entender cómo funcionan los ventiladores semi-pasivos primero debemos comprender cómo lo hace, en la mayoría de las ocasiones, la disipación por aire tradicional en nuestros equipos. Generalmente, el calor residual que generan nuestros componentes es transferido a una masa térmica mayor (el disipador), para después ser enfriada a través del aire mediante el uso de uno, o varios ventiladores. Los sistemas de refrigeración de nuestros equipos no son un circuito cerrado; el calor disipado suele ser expulsado al ambiente (una habitación puede albergar mayor temperatura); donde se adecúa a la temperatura del habitáculo.
Para lograr esta tarea de la forma más eficiente posible, los ventiladores cuentan con diferentes “perfiles” de velocidad. Estos son gestionados a través de la BIOS, u otra pieza de software, que actúan con mayor o menor gravedad en función de la necesidad de eliminar este calor residual del equipo. Para conseguir que se muevan sólo bajo ciertos márgenes, e incluso que se detengan por completo si no son necesarios; los usuarios perfilan esta configuración y la disminuyen para conseguir el efecto deseado; aunque el resultado, en disipación, de esta opción sea sub-par.
Para no comprometer el rendimiento, es habitual acompañar estas configuraciones de disipadores de gran tamaño y eficiencia; así como de algún tipo de flujo que favorezca a estas configuraciones. Hay cajas de PC que giran en torno a este tipo de configuraciones y los usuarios que apuestan por la ventilación semi-pasiva hacen buen uso de sus cualidades.
Las ventajas e inconvenientes de esta configuración
Como todo dentro del mundo del PC, optar por la ventilación semi-pasiva tiene una serie de implicaciones que pueden condicionar todo el conjunto del equipo. Algunas de estas implicaciones derivan en beneficios para el usuario; mientras que otras son flaquezas de las que esta configuración no se puede deshacer. Nosotros destacamos las siguientes:
Principales ventajas
La disipación semi-pasiva de componentes como la CPU y la GPU tiene un impacto directo sobre el ruido del equipo; al estar menos tiempo funcionando con todas sus partes móviles en activo, el ruido se reduce considerablemente. Además, este tipo de configuraciones suelen, cuando están bien establecidas, no suelen comprometer el rendimiento del equipo cuando se necesita de toda su potencia.
Por último, destacaríamos que mantener los ventiladores a un ritmo bajo (o nulo) la mayor parte del tiempo puede suponer un ahorro energético siempre que nuestra configuración pueda disipar con soltura el calor del equipo en idle o baja carga.
Principales inconvenientes
El principal inconveniente que podemos pensar sobre este tipo de configuraciones es que no son válidas para todos los equipos. Ciertas combinaciones de CPU+GPU requieren de una disipación agresiva, especialmente bajo escenarios concretos como el overclock. También hay cajas y torres que no son aptas para este tipo de configuraciones y aplicarlas mermaría la capacidad del equipo; un ejemplo podrían ser los PC en formato SFF.
Por último, su buena aplicación es determinante para que funcionen correctamente y realizar este tipo de configuraciones es un ejercicio importante de ensayo y error; es más cómodo dejar la configuración por defecto a la hora de plantear el equipo; razón por la cual no es una práctica recomendada para todo tipo de usuarios, tiene que existir la intención de ajustar adecuadamente los perfiles del equipo.
[irp]Para nosotros, esas son las principales implicaciones de este tipo de configuraciones; muy populares entre los usuarios que buscan un equipo tranquilo, pero potente, para realizar sus actividades habituales. Esperamos que haya sido de vuestro agrado y, si os interesa la refrigeración de vuestros equipos, os recomendamos que echéis un vistazo a guí sobre mejores disipadores y refrigeración líquida, realizada por nuestro equipo de Profesional Review.
