Para muchos son tonterías innecesarias y para otros añade ese toque de realismo que difumina la fina línea entre cinematografía real y videojuego. La cuestión está en que el Motion Blur es un efecto amado y odiado apartes iguales. ¿Queréis saber por qué? Os lo explicamos.
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El motion Blur consiste en un efecto digital que desdibuja el entorno tridimensional de nuestro personaje cuando este se gira o mueve muy rápidamente de un lado a otro, provocando que todo a su alrededor deje un rastro al cruzar la pantalla. Básicamente el Motion Blur es un efecto que se añade a las imágenes para generar un desdibujado visual. Su principal función podemos considerar que consiste en eliminar el frame ghosting (fotograma fantasma), un efecto en que algunos objetos perduran y se superponen a los nuevos dado que no se sustituyen a la misma rapidez que movemos la cámara en partida.
En general aporta una mayor sensación de velocidad y un desenfoque de campo para todo lo que no sea nuestro personaje u objetos en primer plano. Esta configuración gráfica es muy popular en juegos FPS (disparos en primera persona), simuladores de vuelo y conducción aunque hay muchos otros que también lo incorporan como una alternativa más al arsenal de configuraciones de vídeo avanzadas.
La fórmula para reproducir este efecto parte de la percepción de nuestros ojos en el mundo real. Nuestra visión objetiva es más precisa cuando está estática que en movimiento, quedando los objetos de nuestra visión periférica con una definición mucho menor. En un entorno digital, lo que ocurre es lo siguiente:
Los videojuegos presentan escenarios tridimensionales que se reproducen imagen a imagen (FPS) de forma estática dependiendo de la posición en que nos encontremos. La ilusión de una sucesión de estos FPS en ángulos ligeramente distintos hace que entendamos este conjunto de imágenes estáticas como movimiento y veamos así cómo nos desplazamos por el espacio. En un videojuego, cuanto más incrementamos la posición entre dos fotogramas, más distancia aparente nos habremos desplazado y por tanto más rápido nos hemos movido.
¿Y cuándo se añade el motion blur? Pues bien, lo que ocurre es que no se puede hacer que los objetos en un entorno 3D recorran todo el trayecto entre las posiciones de cada fotograma dado que eso probablemente reventaría el procesador. En lugar de ello estos reciben una nueva posición totalmente renderizada en cada frame y claro, se elimina la percepción de un rastro visual al desplazarse en el espacio dentro de unas coordenadas específicas. Aquí es donde se activa el Motion Blur, que toma el fotograma A y el nuevo fotograma B y los vincula con una estela de color que pierde progresivamente opacidad. Esto evita la percepción de saltos en pantalla y por lo tanto percibir «huecos» entre cada espacio de no estar el desenfoque de movimiento activado.
¿Cómo se activa? En la mayoría de estudios se establece una relación proporcional a la velocidad en que movemos los controles de nuestra plataforma de juego, ya sea ratón o gamepad. A partir de determinada cantidad, el Motion Blur entra en acción si está activado. Fácil, ¿eh?
Agarraos por que vienen curvas, y es que para muchos el Motion Blur añade realismo cinematográfico, ya sabéis, como los efectos de granulado, pero para otros nos hace querer sacarnos los ojos con cuchara. El caso es que el desenfoque de movimiento tiene tantos amantes como detractores y en ambos bandos hay argumentos más que razonables.
En definitiva, lo que sí queda claro es que aunque el desenfoque de movimiento sea capaz de hacer que las imágenes en pantalla se reproduzcan de forma más fluida también puede llegar a extremos en que se emborrona por completo y además haga temblar de terror a nuestra tarjeta gráfica. Hay razonamientos igualmente válidos en ambos bandos del Motion Blur al margen de que los usuarios dispongan de un equipo preparado para lidiar con él sin problemas. Yo, sin ir más lejos, lo desactivo siempre que puedo sin importar qué juego sea.
A menudo su aplicación no es más que una cuestión de preferencias visuales del usuario. Aquellos que apuestan por jugar como reyes con todo al máximo pueden considerarlo imprescindible, pero los jugadores de entornos competitivos suelen prescindir de él. De hecho, este tipo de usuarios en los rasgos más altos suelen reducir al mínimo o inhabilitar efectos gráficos adicionales como sombras, reflejos, efectos de luz, volumétricas y un largo etcétera para aumentar al máximo el rendimiento del equipo. Así que ya véis, para gustos colores.
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Para el gaming en general, mi recomendación personal es desactivar el Motion Blur. Siempre podéis hacer la prueba primero dado que tal y como comentamos anteriormente este efecto varía según cada juego e incluso se ve influido por la tasa de refresco del monitor, así que siempre podéis decidir en función a la experiencia. En general le estaréis haciendo un favor a vuestra gráfica igualmente
Y vosotros, ¿cómo lo veis? ¿Os parece que el Motion Blur es una tontería, u os gusta activarlo cada vez que tenéis ocasión? Dejadnos vuestra opinión en los comentarios.
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