Tras nuestras comparativas de rendimiento de los procesadores i7-6700k, i7-4790k, i7-3770k y i7-2600k en videojuegos junto a una GeForce GTX Titan X llega el momento de ver la diferencia de rendimiento entre ellos en escenarios mucho más dependientes del desempeño del propio procesador. En esta ocasión vamos a enfrentar las cuatro generaciones de procesadores Intel en los tests CineBench 15, CineBench 11.5, codificación de vídeo x264 y 3DMark Phisics.
Una vez más hemos obtenido los datos de DigitalFoundry:
Tal como podemos observar la diferencia de rendimiento entre la generación Sandy Bridge y Skylake es mucho más abultadas que en las pruebas con videojuegos, algo lógico puesto que ahora hablamos de tests cuyos resultados dependen enteramente de las prestaciones que arroja la CPU.
En esta ocasión vemos que la diferencia mínima entre un Intel Core i7 2600K y un Intel Core i7 6700K es de un 32% bajo CineBench 15 y la diferencia máxima es de un 50% bajo el test de codificación de vídeo x264. Unas diferencias notables pero que quizás saben a poco teniendo en cuenta que han pasado cuatro años entre un procesador y el otro.
Si comparamos el procesador Core i7 6700K con las generaciones posteriores a Sandy Bridge observamos unas diferencias máximas de rendimiento de un 10% frente a un Core i7 4790K y un 30% sobre el Core i7 3770K. También se menciona que la diferencia entre el Core i7 6700K y el Core i7 4770K es de un 10% en el mayor de los casos. Nos hubiera gustado ver una comparativa con todos los procesadores a la misma frecuencia de funcionamiento para poder ver la diferencia de rendimiento debida a la mejora en el IPC de cada arquitectura, sin embargo no olvidemos que la capacidad de lograr mayores frecuencias de funcionamiento manteniendo o incluso disminuyendo el consumo de energía forma parte de las bondades de cada arquitectura y su proceso de fabricación asociado.
¿Realmente merece la pena?
A modo de resumen podemos afirmar que Intel ha venido mejorando aproximadamente un 10% el rendimiento de sus procesadores a cada generación, una cifra muy modesta que hace que deban pasar varios años para obtener una mejora apreciable que compense la inversión de adquirir un nuevo procesador, una nueva placa base y la RAM en caso de dar el salto a Skylake y una placa de alta/media gama sin soporte para DDR3.