Cambiando el rumbo de la Historia… armado hasta los dientes. El padre de los «shoot’em up» se estrena en la nuevas consolas con una visión más salvaje y divertida de la 2a Guerra Mundial. Así tendríamos que luchar si hubieran ganado los nazis.
La ficcion historica mas popular y más aterradora es pensar qué hubiera pasado si los nazis hubieran ganado la Segunda Guerra Mundial. En Wolfenstein The New Order, ése es el punto de partida. Después de que el soldado Blazkowicz resultase herido de gravedad en el asalto a la fortaleza del General Calavera (en un intenso prólogo) nos despertamos en 1960, en un hospital en Polonia, para descubrir que los alemanes descubrieron «la bomba» antes que los EE.UU. y ahora dominan el mundo. A partir de ese momento, nos esperan 15 niveles más (alrededor de 14 horas de juego) en que debemos cambiar la Historia «por las bravas».
Aunque se trate de un «shooter» bélico, llama la atención la importancia de los personajes secundarios y de las secuencias de vídeo, que gozan de una realización brillante.
Por un lado, tenemos a los protagonistas: Blazko, la enfermera Anya y los demás miembros de la Resistencia, que nos muestran el lado más humano y miserable de la guerra (para lo que no dudan en recurrir a momentos tristes, crueles o incluso escenas sexuales). Y por otro, como auténticas estrellas, los cuatro nazis, que se encargan de hacernos la vida imposible: el General Calavera, Geller, Frau Engel y su «mascota» Bubi. Su comportamiento histérico y despiadado los convierte en unos adversarios formidables.
El tono del juego es muy parecido a la película «Malditos Bastardos» de Tarantino, e incluso el tratamiento musical (lo mismo suena un tema de Wagner o Beethoven que una pieza de rock) recuerda a los trabajos de este director. Para redondear esta ambientación, los escenarios son muy variados, desde una prisión en Berlín a una base submarina, Londres o la Luna y transmiten la grandiosidad de las construcciones nazis: cemento, acero, cristal y banderas, con una frialdad que asusta.
Cuando recogemos el arma de un enemigo caído podemos decidir si nos quedamos con la munición o empuñamos ambas al mismo tiempo (tienen que ser las dos armas iguales). Si estamos en este modo «dual» no podemos apuntar con la mira, pero nuestra potencia de fuego (y el consumo) se duplica.
The New Order alterna combates frenéticos y bastantes zonas de infiltración, en que vamos armados con un cuchillo o con la pistola con silenciador. En general, este título se mueve en un perfecto equilibrio entre un juego de guerra y los tintes «aventureros» y de investigación como los que vimos en Bioshock. Y tampoco faltan las secuencias a bordo de vehículos; algunos podemos pilotarlos libremente (como un coche, un submarino o un robot acorazado) y otros se mueven «sobre raíles», como el helicóptero que nos lleva a un puente construido ¡sobre el estrecho de Gibraltar!
Se han eliminado las referencias sobrenaturales de las anteriores entregas de la saga, pero por el contrario la tecnología nazi es muy avanzada. Poseen gigantescos tanques con cañones eléctricos, perros robot, soldados blindados y armas que evolucionaron a partir de los modelos clásicos. En particular, Blazkowicz se hace con una cortadora de plasma, que vamos mejorando con piezas repartidas por el escenario, que nos sirve como arma y además permite cortar cadenas, rejas y planchas de metal, algo que resulta bastante útil para resolver algunos puzles.
Y hablando de mejoras, podemos activar ventajas (como los «perks» de los juegos multijugador) según sea nuestro modo de juego -sigilo, táctico, asalto o explosivos-. Estos elementos le dan mayor profundidad al desarrollo de «disparar a todo lo que se mueva».
Pero a cambio ofrece una campaña muy rejugable, con cinco niveles de dificultad. Al final del prólogo tenemos que tomar una elección que determina dos líneas argumentales diferentes, con los mismos niveles y además todos los escenarios cuentan con rutas alternativas y zonas secretas, que no son fáciles de encontrar. Podemos coleccionar códigos Enigma para abrir nuevas opciones, oro y documentos, como en los clásicos.
Otro de los guiños que agradecerán los veteranos de esta saga es la posibilidad de jugar el primer Wolfenstei en una «pesadilla» o tener que recoger botiquines para rellenar nuestra salud (y piezas de armadura enemiga para aumentar el blindaje). Tampoco tenemos limitaciones en el número de armas que podemos cargar, y la mayoría se pueden empuñar a dos manos, lo que es esencial para acabar con mastodónticos enemigos finales. Todas estas piezas de diseño, que podrían parecer «anticuadas», funcionan a la perfección, porque los tiroteos son enormemente divertidos.
Su apartado técnico convence, sin llegar a ser el juego definitivo de la generación. Los modelos están detallados al máximo (tanto personajes como las armas) y los efectos de iluminación y partículas, que son uno de los puntos fuertes de las nuevas consolas, llaman la atención. Sin embargo, algunas texturas y colisiones no están a la altura.
El doblaje al castellano, con muchas líneas en alemán, es excelente, aunque la sincronización labial es irregular. Lo mejor es la inteligencia enemiga, que ya no se limita a soldados que aparecen tras una cobertura y se vuelven a esconder. Estos nazis nos buscan, lanzan granadas y tratan de rodearnos. Dificultad alta y bien administrada.
Fiel al original, y capaz de incorporar una narrativa muy «personal» entre escaramuzas. Técnicamente es muy notable, y además cuenta con un elenco de personajes memorables, que consiguen implicarnos en esta Historia alternativa. La ambientación y su duración (bastante alta para tratarse de una campaña) también juegan a su favor. Pero por encima de todo, lo mejor es que resulta muy divertido: la sensación de tener un arma en las manos para acabar con hordas de enemigos es brutal.
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